Seguimos siendo románticos

Comentaba Ana, al finalizar la sesión de ayer, dedicada a Las penalidades del joven Werther de Goethe, que es una de las lecturas que más juego nos ha dado en el club. Probablemente esto se deba a que se trata de una novela, con la que se inicia el romanticismo europeo y que incluye todas las características de este movimiento. Las mencionó Pepa en su primera intervención:

• La naturaleza impregnada de los sentimientos del protagonista.
• La supervaloración del yo.
• El desacuerdo con el presente.
• El predominio de los sentimientos sobre la razón.
• La evasión hacia el pasado.
• Etc.

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En esta línea, Antonio Gómez nos reveló que le había interesado más investigar sobre el romanticismo que la lectura de la propia novela; y Lola confesó que la historia, a pesar de su dramatismo, no le había removido por dentro, que la había visto más como un tratado sobre el movimiento romántico.

María, antes, en la presentación del autor, había contado que su padre lo educó con la máxima de no perder el tiempo en lo más mínimo. Esto, unido a su extraordinaria inteligencia y a su curiosidad enfermiza, le permitió hacer prácticamente de todo: se licenció en Derecho; estudió lenguas; cultivó el dibujo; y se interesó igualmente por la geología, la química y la medicina. En este sentido, se le podría considerar como el prototipo de hombre renacentista. Colaboró en la redacción del manifiesto con el que se inicia el romanticismo, Tempestad e ímpetu, aunque, ya en su madurez, después de un viaje a Italia, abandonó esta estética y se acercó al neoclasicismo. Fue un hombre longevo para su época, pues nació en 1749 y murió en1832.

Su obra abarca los tres grandes géneros literarios: novela (Las penalidades del joven Werther); drama (Ifigenia en Táuride, Egmón y, sobre todo, Fausto); y poesía (Epigramas venecianos, Elegías romanas).

Finalmente, se refirió a dos experiencias, vividas por Goethe, que inspiraron Las penalidades del joven Werther: su relación imposible con Cahrlotte Buff, novia de un colega suyo, y el suicidio, a causa de un amor no correspondido, de otro abogado.

A los alumnos y alumnas presentes en la reunión, que cursan la asignatura Literatura Universal de 2º de Bachillerato, en general, les había resultado pesada la novela, sobre todo la estructura epistolar, es decir, la sucesión de cartas en las que Werther le cuenta a su amigo Wilhem, sus vivencias en la aldea de Wahlheim. Por eso, apuntó Pedro, se agradecían las notas del editor, que aportan una perspectiva distinta y le dan verosimilitud a la historia.

María Jesús comentó que el interés de la novela crece, a partir del momento en que el protagonista conoce a Lotte y se enamora de ella. A Antonio el pasaje que más le había gustado es justamente el del baile, cuando surge la chispa de este amor obsesivo:

“Empezó la danza y nos recreamos un rato con diversas figuras de brazos; ¡con qué gracia, con qué soltura se movía! (…) Jamás me había sentido tan ágil. Ya no era hombre. Tener en los brazos la más amable de las criaturas, volar con ella como torbellino que todo lo arrastra, y Wilhem, para serte franco, juré en aquel momento que la muchacha que yo amase, sobre la que yo tuviese derecho, no bailaría el vals con nadie más que conmigo, aunque me costase la vida”.

Miguel se preguntó en alto si hoy día los jóvenes habrían actuado igual que Werther, quitándose la vida, ante la imposibilidad de su amor, o habrían luchado por materializarlo. Carmen comentó que, aunque los tiempos han cambiando, los sentimientos del protagonista permanecen, como persisten también sus actitudes ante el dolor, porque la novela va más allá de una historia de amor. La madre de María Jesús dijo que había leído la novela con interés, porque se considera una persona romántica, aunque no comparta la actitud extrema a la que llega el protagonista.

Sobre el punto de vista, comentamos que se trata de una narración en primera persona, que es lo que corresponde a una historia de amor frustrado. El único inconveniente es que el narrador no conoce lo que piensan y sienten los demás personajes, particularmente la joven Lotte de la que está enamorado y su marido, Albert. Todo lo que sabemos de ambos es desde la óptica subjetiva e interesada de Werther. También se desconoce casi todo acerca del destinatario de las cartas: Wilhem. Por eso, coincidimos con Pedro en que las notas del editor, que aparecen sobre todo al final, proporcionan objetividad al relato y nos liberan, de alguna forma, del mundo interior del protagonista, omnipresente hasta ese momento y que llega a saturar.

En cuanto a la estructura externa, hablamos de que las relaciones epistolares, como las que presente la novela, han caído en desuso hoy día y han sido sustituidas por las relaciones a través de correos electrónicos y, especialmente, de las redes sociales.

Teniendo en cuenta el desarrollo de los hechos, Las penalidades del joven Werther responde al esquema clásico de introducción (el protagonista es feliz en contacto con la naturaleza y con la gente sencilla de la aldea); nudo (a partir de que conoce a Lotte, se enamora de ella y la inquietud por la imposibilidad de mantener una relación se apodera poco a poco de él); y el desenlace (la desesperación le lleva al suicidio).

En relación a los temas que plantea, citamos:

• La naturaleza en la que se refugia el protagonista, para gozar y confundirse con ella, como alternativa al ambiente hostil de la ciudad.

• La razón, representada por Albert, frente a la pasión, que encarna Werther.

• El suicidio sobre el que los dos personajes citados tienen opiniones contrapuestas:

Albert: “El hombre que se deja arrastrar por las pasiones, pierde totalmente el uso de la razón y debe ser considerado como un borracho, como un demente.

Werther: “La naturaleza humana tiene sus límites: puede soportar hasta cierto grado la alegría, las penas y sufrimientos, pero sucumbe en cuanto en cuanto sobrepasa esa barrera.”

• Y la metaliteratura: nos preguntamos por qué le apasionan al protagonista Homero y Ossian. Miguel respondió que es un reflejo de la moda de la época. Pero, además, la Odisea le ofrece modelos de conducta como: la hospitalidad que recibe Ulises, la sencillez con la vive, su amor a la naturaleza, etc. Y por otro parte, tanto él como su amada Lotte se identifican con el dolor que expresan los poemas de Ossian.

De los personajes nos interesó sobre todo Werther, que es apasionado, inconstante, caprichoso, obsesivo y fatalista. A los demás los conocemos, a través de este, para quien Lotte es hermosa, entregada a los demás cariñosa, alegre y apasionada; y Albert, honrado, amable, discreto y racional, rasgos que quizá lo convierten en el personaje más actual.

Finalmente, nos referimos al estilo grandilocuente y exaltado, en el que están escritas las cartas, muy alejado del gusto actual, pero que hay que valorar en el contexto del movimiento romántico.

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Próxima lectura: Reencuentro de Fred Uhlman. Hablaremos de esta novela el 24 de febrero, martes, a las 18 horas.

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