Una sesión con Julia

La sesión de ayer del club de lectura fue especial, porque pudimos preguntar  a Julia Osuna Aguilar, traductora de la novela Niña, mujer, otras, sobre diferentes aspectos de la misma. Nunca antes habíamos tenido esta oportunidad y le agradecemos muy encarecidamente su presencia virtual, así como su magnífica disposición.

La sesión comenzó con la presentación de la autora, Bernardine Evaristo, a cargo de María, quien mencionó algunos datos relevantes de su vida: el nacimiento en 1959 en Londres; su condición de mujer mestiza;  su lucha por el reconocimiento del trabajo de la literatura y el arte negros; la creación de la primera compañía de teatro de mujeres negras de Gran Bretaña; etc. Es editora, profesora de escritura creativa y autora de ocho libros de ficción y versos que exploran aspectos de la diáspora africana. Ha experimentado con la forma y el punto de vista narrativo, fusionando el presente con el pasado, la ficción con la poesía, la realidad con la especulación… Su novela más conocida y admirada es precisamente Niña, mujer, otras, por la que ha recibido el Premio Booker 2019.

En el turno de opiniones, Carmen comentó que, a pesar de que en un principio le había costado leerla, poco a poco le había gustado cómo esas piezas que aparecían descolocadas iban encajando y teniendo sentido. En conjunto, le parece una novela fresca y diferente a las que últimamente estábamos leyendo en el club.

Benito reconoció también que le había costado bastante entrar en ella, especialmente por la ausencia de signos de puntuación, hasta que consiguió entender este planteamiento formal. En cuanto al contenido, trata de la diversidad dentro de la raza negra y de lo que ha sido la vida de doce mujeres, las cuales te puedes encontrar tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. Además, Bernardine Evaristo nos ofrece estas vidas sin juzgarlas, lo cual considera un acierto.

Miguel la ve como una novela extraña en su sentido etimológico (exterior, externa), con personajes con los que cuesta identificarse. Al leerla por segunda vez, ha ido entrando en cada uno de ellos, incluidos los hombres, que desempeñan un papel importante en las diferentes historias y de los que paradójicamente se ofrece una imagen positiva. Los adjetivos que más le cuadran, en su opinión, son entretenida y diversa.

A Víctor, en principio, le parecía que cada historia era diferente, aunque poco a poco se dio cuenta de que estaban relacionadas. Le han agobiado algunos personajes, como Nzinga, por sus ideas radicales sobre el feminismo y su conducta violenta con Dominice, y a otros, como Mega, no los ha entendido por su condición de “agénere”. La novela refleja bien la sociedad británica y, en particular, el mundo de la educación en este país.

También a María le parecieron historias diferentes, al empezar a leer la novela, pero poco a poco fue captando la relación entre ellas y los complejos personajes, sobre todo femeninos, que las protagonizan. A esto hay que añadir la dimensión social y el tono de humor, reconocible tanto en los fragmentos narrativos, escritos en tercera persona, como en los de discurso directo.

Y Bela reconoció que al principio quiso dejar de leerla, aunque se fue enganchando progresivamente por el tipo de personajes, algunos de los cuales se vieron obligados a marcharse de su país natal buscando un futuro mejor, como sucedió en España en la segunda mitad del siglo pasado con la emigración a Alemania. En este sentido, se imagina la difícil situación que debieron pasar estas mujeres, sobre todo las mayores, al llegar a un país completamente desconocido para ellas, con una lengua y unas costumbres diferentes. 

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Después de este turno de opiniones, llamamos a Julia para plantearle nuestras dudas y curiosidades sobre la novela y sobre su trabajo como traductora:

  • A la pregunta sobre la especial disposición tipográfica, respondió que no había respetado con exactitud la partición de las líneas de la novela original, porque el inglés y el español son dos lenguas muy diferentes, sino que había buscado sobre todo el ritmo.
  • En cuanto a los fragmentos en primera persona, señaló que, al traducirlos, había tratado de captar la psicología de cada personaje, su idiolecto, y luego trasladar al español estos fragmentos con el tono de cada uno.
  • El título, Niña, mujer, otras, lo puso la editorial, lo cual es una norma habitual en las traducciones, aunque ella les sugirió sustituir “otras” por “otres”, porque el tema de las identidades sexuales no sólo aparece en la novela, sino que además está muy de moda y podía ser un atractivo para los posibles lectores,
  • Sobre el sentido del humor, que atraviesa la novela de principio a fin, Julia confesó haberse sentido muy cercana a la autora, hasta el extremo de que, mientras la traducía, se acabó produciendo una conexión emocional entre ambas, la cual se refleja en el tono irónico predominante. 
  • Finalmente, aclaró que había entrado en contacto con la autora, Bernardine Evaristo, para plantearle algunos aspectos relacionados con la traducción.

Después de esta gozosa experiencia de hablar con la traductora de la novela, comentamos el punto de vista narrativo: cómo Bernardine Evaristo alterna con naturalidad a un narrador omnisciente con la voz de cada una de las mujeres que la protagonizan: 

“Dominique subió la denuncia a abuso sexual paterno y consiguió una habitación en un albergue con carácter de urgencia; a los dieciocho meses, tras lacrimógenas llamadas semanales a la oficina de la cooperativa, acabó en un piso protegido de un dormitorio en un pequeño bloque de Bloomsbury de la década de los cincuenta 

hice lo que tuve que hacer por conseguir un techo, le contó a Amma, no es de lo que estoy más orgullosa en esta vida, lo reconozco, pero nadie salió perjudicado, mi padre no se va a enterar”

También reflexionamos sobre la estructura interna, que se puede considerar circular, si exceptuamos el epílogo, pues comienza con una referencia al estreno en el National de una obra de Amma; después siguen las historias de las doce mujeres a las que se va situando dentro del teatro; y finaliza con la fiesta posterior a la representación en la que se encuentran la mayoría de ellas: “no ha parado de recibir el gesto reconocimiento de la sonoridad negra, como si de algún modo la obra las conectara a todas” piensa Carole al contemplar a las mujeres negras que han asistido al estreno. 

Además, el orden en que aparecen las vidas de estas mujeres no es aleatorio sino intencionado, pues obedece a las relaciones que tienen entre sí, bien de amistad o bien de lazos familiares. Por ejemplo, a la historia de Shirley le sigue la de su madre Winsome, de tal modo que aspectos que se han omitido en la primera se mencionan en la segunda. 

Con respecto a los numerosos temas que aparecen en la novela, mencionamos:

  • El machismo tanto de los hombres hacia las mujeres, como de una mujer a otra mujer. Este último llamó especialmente nuestra atención, en concreto el que ejerce Nzinga sobre Dominique, pues la relación entre ambas se basa en el sometimiento completo de la segunda a la primera, llegando incluso al maltrato.
  • La identidad de género: Megan tiene un concepto amplio del mismo, no se identifica ni con el masculino ni con el femenino, porque se siente atraída por personas de ambos espectros, aunque su compañera de vida sea una mujer trans; mientras que Dominique organizó un festival sólo para mujeres nacidas mujeres, porque un hombre puede que no se sienta como tal, pero el mundo lo ha tratado como tal. Fue acusada de transfobia por Morgan. 

Estas ideas contrapuestas sobre la identidad de género, suscitaron, después de la sesión propiamente dicha, un interesante y apasionado diálogo entre los asistentes, donde se manifestaron opiniones a favor de una y otra postura.

  • El racismo se refleja en la novela de diferentes formas, unas más directas y ofensivas, y otras más sutiles, aunque no menos desagradables. Por ejemplo, se dice de Carole cuando llegó a la universidad, donde apenas había estudiantes de color: “la gente daba rodeos para evitarla o la miraba al través como si fuera transparente”. Y sobre Lennox, el marido de Shirley: “era un buen estudiante de secundaria, aunque pronto comprendió que por fuera era visto como una mala persona, un enemigo de la nación por culpa del color de su piel, al que los policías tenían el derecho y el deber de parar y cachear, algo que empezó a padecer cuando tenía doce y aparentaba quince, aterrado cuando esos hombres adultos lo mangoneaban en la calle delante de todo el mundo y él intentaba con todas sus fuerzas no llorar”.
  • De la educación, se valora su importancia para equilibrar las diferencias sociales; pero al mismo tiempo se critica al alumnado díscolo y desmotivado, así como la burocracia del sistema educativo: “el cuartel general de la Gestapo impuso entonces la programación de aula, otra palabrota que agregar al canon cada vez más amplio de Shirley: ¡plan de estudios nacional! ¡ránquines de posicionamiento! ¡programación de aula!…”
  • Los intelectuales que aparecen en la novela son de dos tipos: integrados y opuestos al sistema. Roland pertenece al primer grupo, ya que es invitado por la BBC para participar en debates sobre asuntos importantes para la sociedad, como el Brexit. Sylvester, en cambio, que se considera independiente, pertenece al segundo. Por eso, considera que Amma, al estrenar su última obra en el Nacional, se ha aliado con los representantes de las multinacionales que financian a los grupos de teatro. 

En cuanto a los personajes, coincidimos en que la mayoría de ellos tuvieron que superar circunstancias traumáticas a lo largo de su vida. Hablamos de los siguientes:

  • Yazz estudia Filología Inglesa en la universidad y se siente muy segura de sí misma. Cree en el valor del esfuerzo para progresar socialmente: “y ella no haría trampas ni aunque fuera rica, va a sacarse el grado con todas las matrículas que pueda…”. 
  • Dominique, amiga y productora de las obras de teatro, que escribe Amma. Es una mujer fuerte y autosuficiente que acaba siendo dominada por Nzinga, aunque, cuando abandona a esta, recupera su fortaleza y la seguridad en sí misma .
  • Carole  logra primero sobreponerse a una violación en grupo, cuando apenas era una niña; estudiar en la universidad de Oxford, superando el racismo existente en esta; y, una vez licenciada, desempeñar un cargo importante en un banco de Londres. 
  • Shirley estudió Historia y ejerce como profesora en su antiguo instituto. Es conocida entre el alumnado como la King y es la única de una familia humilde que ha conseguido estudiar en la universidad. Se preocupa por que todos  sus alumnos tengan una oportunidad, en especial los que están en desventaja, como ella lo estuvo. 
  • Penélope trabaja en el mismo centro que Shirley y hace valer su voz ante los compañeros, que la discriminan. No supo que era adoptada hasta los dieciséis años, lo cual le afectó, causándole un gran daño emocional. 
  • Megan, aunque nació mujer, se siente hombre. Por eso, cambia su nombre por el de Morgan. Sufrió la homofobia en el instituto; después, se enganchó a las drogas para ser más feliz. No obstante, se acaba definiendo como ”agénero”, porque su problema no es haber nacido mujer, sino las expectativas de la sociedad con respecto a este tipo de personas. Por eso, se plantea usar palabras neutras para referirse a ella y opta por el morfema -e: “yo sólo puedo representarme a mí misme”.
  • Hattie, su bisabuela, vive sola en la granja Pastos Verdes. Es una mujer muy apegada a la naturaleza, a la que gusta ir siempre descalza, y a la que ignoran los miembros de su familia, con la excepción de Morgan. Hattie guarda el secreto de una hija que tuvo cuando tenía catorce años y que su padre le quitó para entregársela a una familia de adopción. 

Finalmente, en cuanto al estilo, destacamos la escritura de la novela en verso libre y sin puntos, lo cual le confiere un ritmo más propio de la poesía, así como el sentido del humor. Ambos aspectos se reflejan en este fragmento, que nos recordó a la película La vida de Brian, donde se reúnen los ocupantes del edificio conocido como la República Libre de Freedonia y cada grupo quiere imponer su idea a los demás: 

«tenían que idear un sistema para administrar el edificio y se reunieron una mañana de sábado en el vestíbulo para hablar del tema

los marxistas exigieron que se instaurara un Comité Central de la República de los Trabajadores de Freedomia, lo que era echarle un poco de cara, pensó en su momento Amma, puesto que la mayoría de ellos había aprovechado su «fundamentada postura contra los perros de presa del capitalismo» como excusa para no trabajar 

los hippies sugirieron que formaran una comuna y lo compartieran todo, pero eran tan relajados y tranquilones que todo el mundo los pisaba hablando 

los ecologistas quisieron prohibir los aerosoles, las bolsas de plástico y los desodorantes, cosa que volvió a todo el mundo en su contra, incluso a los punkis, que no eran precisamente conocidos por oler a eucalipto 

los vegetarianos exigieron una política de carne cero, los veganos eran partidarios de extenderla a lácteos cero, los macrobióticos sugirieron que todos comieran repollo al vapor para desayunar 

los rastafaris pidieron legalizar el cannabis y que se les destinara una parcela del solar de detrás para sus reuniones nyabinghi 

los hare krishnas quisieron que todos se les unieran esa misma tarde para aporrear tambores por Oxford Street 

los punkis querían permiso para poner música vociferante y fueron debidamente callados a voces

los gais querían que la constitución del edificio contemplara una legislación anti homófoba, a lo que todo el mundo respondió ¿qué constitución? 

las feministas radicales querían dependencias solo para mujeres, con su cooperativa autogestionada 

las feministas lesbianas radicales querían sus propias dependencias lejos de las feministas radicales no lesbianas, también con su cooperativa autogestionada 

las feministas radicales negras querían lo mismo pero sumando la condición de que a las suyas no se les permitiría el acceso a blancos de ningún sexo 

los anarquistas se largaron porque cualquier forma de gobierno suponía una traición a todo en lo que creían»

Próxima lectura, a sugerencia de Lola: Panza de burro de Andrea Abreu, novela corta (176 páginas) de la que hablaremos el 9 de noviembre, martes, a las 18 horas, en el patio del Albergue Juvenil.

Guion de Niña, mujer, otras

Guion para el debate

(Sesión del día 6 de octubre, miércoles, en el Albergue Juvenil de Córdoba)

  1. Presentación de la autora en su época
  1. Opinión breve sobre la novela:  si nos ha gustado o no y por qué.
  1. Título: ¿qué explicación tiene?
  1. Punto de vista narrativo: combinación del narrador omnisciente y de la primera persona
  1. Estructura
  • Externa: ¿cómo se estructura formalmente? 
  • Interna: ¿se podría considerar una novela de estructura circular? ¿De qué se vale Bernardine Evaristo para enlazar las diferentes historias de estas mujeres?
  1. Tiempo externo: ¿en qué época se desarrollan? 
  2. Tiempo interno: ¿se sigue un orden cronológico en la narración de las mismas?
  3. Espacio
  4. Temas
  • La libertad de la mujer  y el feminismo
  • El machismo y otras formas de sometimiento de la mujer
  • La identidad de género: ¿dónde se plantea?
  • La resiliencia: ¿han tenido que superar estas mujeres circunstancias traumáticas en sus vidas?
  • La homofobia: ¿en qué momentos aparece?
  • La xenofobia:  ¿cómo se refleja en la novela?
  • El racismo: ¿de qué diferentes formas se manifiesta?
  • La división tradicional de la izquierda en el edificio ocupado de Londres
  • La universidad y el incierto futuro de los jóvenes
  • La educación secundaria: valores y problemas 
  • La violación y otras formas de maltrato de la muje
  • Los intelectuales: integrados y opuestos al sistema
  1. Personajes
  • Amma
  • Roland
  • Yazz
  • Waris 
  • Dominique
  • Nzinga
  • Carole
  • Bummi
  • La Tisha
  • Shirley
  • Winsome
  • Penélope
  • Megan 
  • Hattie 
  • Grace
  1. Estilo
  • Verso libre y ausencia de puntos
  • Registro oral: diferencias lingüísticas según el origen del personaje 
  • Arte de la descripción
  • Sentido del humor
  1. Próxima lectura

Una novela costumbrista

Después de más de un año sin reunirnos, a causa de la pandemia, ayer por fin pudimos hacerlo, en uno de los patios del Albergue Juvenil, para hablar de La feria de los discretos, novela de la que destacamos por encima de todo su costumbrismo. En palabras de Pablo García Baena, Pío Baroja “Hizo un retrato exacto de la Córdoba de su época que reflejó en los motes de sus gentes, en los pregones callejeros y en detalles increíbles que sólo pudo aprender estando en la ciudad».

La sesión comenzó con la presentación del autor, a cargo de Enrique, de una forma original, porque se refirió a aspectos poco conocidos de él, como el autoexilio voluntario al principio de la guerra civil, su vida discreta en España durante la dictadura franquista, etc. Lo definió acertadamente como un profesional de la escritura que, antes de escribir sus novelas, se documenta “in situ”, hasta el extremo de reproducir dichos, como esta paradoja cordobesa:  “la salud, en el cementerio; la caridad en el potro; y la verdad en el campo”. A esto hay que añadir lo más importante para un escritor: su extraordinario dominio del lenguaje, sobre todo en las descripciones, como esta del atardecer en la ciudad de Córdoba, llena de dinamismo: “En las calles inundadas de luz, aparecía en la acera una cinta de sombra y se agrandaba y se ensanchaba hasta ocupar todo el empedrado. Luego subía lentamente por las paredes, llegaba a las rejas y a los balcones, escalaba los aleros torcidos… El sol desaparecía por completo de la calle, y sólo quedaban entonces restos de claridad en las torrecillas, en los altos miradores, en las centelleantes vidrieras…”. 

En cuanto a su carácter y personalidad, destacó su timidez enfermiza, su tendencia a la soledad, su inconformismo, su misoginia y su anticlericalismo, rasgos que se reflejan en los personajes de sus obras. Escribió más de sesenta novelas, en un estilo realista, sencillo y austero. Murió, en 1956, a la edad de 84 años, en Madrid, donde fue enterrado como ateo en el cementerio civil, con asistencia del Ministro de Educación.

En el turno de opiniones, Benito confesó que tiene una vinculación personal con la novela, porque, cuando era pequeño, había escuchado, en repetidas ocasiones, a un intelectual de su pueblo, referirse a las tres veces que Baroja lo cita. Señaló lo bien escrita que está; el tono irónico, que se reconoce en el propio título, La feria de los discretos; y sobre todo la belleza de las descripciones. En este sentido, Baroja sabe perfilar todos los personajes, incluidos los secundarios. A Quintín lo entiende como un alter ego del propio autor, pues representa al hombre activo y pendenciero que él quiso ser. Finalmente se refirió a las numerosas lecturas que admite la novela por su riqueza de contenido.

María dijo que le hubiera gustado releer la novela; pero recuerda que la disfrutó mucho, cuando la leyó, porque podía seguir el itinerario literario callejeando por Córdoba, ciudad donde se desarrolla la historia. La considera amena, divertida y con un toque de novela picaresca.

Víctor comentó que es el libro que más veces ha leído y que, en esta última lectura, se ha fijado especialmente en todo lo relacionado con la naturaleza. Destacó la documentación llevada a cabo por Baroja, recogiendo palabras como “Algarín”, que ha dado nombre a un club de senderismo de Villaviciosa de Córdoba. No obstante, en su opinión, abusa demasiado de los estereotipos, como el de los gitanos, los toreros, etc.

Carmen reconoció que es la primera vez que ha leído La feria de los discretos, treinta y dos años después de vivir en Córdoba; pero le ha permitido recordar, en pleno confinamiento, lugares y callejones que conocía. Leyéndola, se ha escapado de la ciudad de Córdoba estando en ella.

Lola la considera una novela costumbrista, porque acentúa especialmente lo pintoresco y lo local. Le ha interesado el hombre de acción que pretende ser Quintín, frente a la apatía general de la sociedad cordobesa. Y el final le parece un desenlace muy rápido, aunque bien resuelto.

Para Enrique el mérito de esta novela reside en que se desarrolla en Córdoba. Considera al protagonista de la misma un parásito social, que se caracteriza por su vileza y egoísmo, frente a la pureza y bondad de otros personajes, como las hermanas Remedios y Rafaela. 

En el debate propiamente dicho comentamos los siguientes temas:

  • La imagen pesimista de España, frente a los países del norte: “Los oficios donde no hay que trabajar -aseguró Quintín-. Son el ideal del español. “Trabajar como un moro y ganar como un judío es también mi ideal”, se dijo a sí mismo”. Springer, un suizo afincado en Córdoba, asegura, en esta misma línea argumentativa: “Este pueblo, como casi todos los españoles, vive una vida arcaica. Todo tiene aquí un cúmulo enorme de dificultades. Todos son puntos muertos y los cerebros no andan. España es un pueblo con articulaciones anquilosadas; cualquier movimiento le produce dolor; por eso el país para progresar tendría que marchar lentamente sin saltos”. Y su padre, del mismo apellido, señala: “Aquí no se puede intentar nada nuevo porque sale mal. Aquí nadie pone nada de su parte para sacudir esta inercia. Aquí nadie trabaja”.
  • La idea del hombre de acción que Baroja antepone en sus novela al hombre pasivo y resignado a su suerte. Quintín, decide serlo, cuando Rafaela lo rechaza porque carece de dinero: “Hay que ser hombre de acción”, se dice a sí mismo, después de pasar la noche sin dormir. En efecto, lo primero que hace es enfrentarse a un hombre obeso que estaba criticando en un bar a una actriz, echándole en cara sus embustes: “¡Usted me va a pegar a mí! -exclamó Quintín-. ¡Ja…, ja…,ja…! ¡Con esa cara , y esos brillantes, y esas patillas teñidas con tinta china…! ¡Ja…, ja…,ja…! ¿Pero usted se ha mirado al espejo?… ¡Porque cuidado que es usted repugnante, compadre!”
  • La decadencia de la nobleza, sobre la que hay referencias directas calificándola como “turba de alcoholizados y de enfermos, productos podridos por la vida viciosa y los matrimonios consanguíneos”; aunque son más interesantes, desde el punto de vista literario, las referencias indirectas, por ejemplo, esta descripción que hace Baroja de unos de los salones del palacio del Marqués de Tobera, donde se refleja la decadencia de esta clase social: “Tenía aquella estancia un aire completo de desolación. En las paredes pintadas llenas de desconchaduras, había retratos de cuerpo entero de señores con uniforme y hábitos de nobleza; algunos cuadros tenían el lienzo roto; otros, los marcos carcomidos por la polilla; los sillones de cuero desvencijados (…) los tapices antiguos con figuras de relieve que ocultaban puertas, estaba llenos de desgarrones…”
  • El machismo, pues en la novela aparece una imagen de la mujer, como un ser que no necesita pensar, sólo resultar atractiva para los hombres y sometida a ellos. Esto piensa Quintín que paradójicamente es una persona formada y que incluso llega a amenazar a su amante, María Lucena, cuando esta se niega a darle la llave de la casa: “Mira, no acabes con mi paciencia, que te voy a dar un trastazo”. Para él todas las mujeres son pendones, es decir, rameras. También para Escobedo, un amigo de Quintín, las mujeres “son hembras, como las yeguas, como las vacas”.
  • Y el amor que se presenta como una fuerza viva y transformadora. Quintín está enamorado de Rafaela a su pesar, porque él querría considerarse un epicúreo. Incluso llega a decirle que por ella sería capaz de trabajar, renunciando a su ideal de enriquecerse sin hacerlo. Y también se enamora de la hermana pequeña de esta, Remedios, a la que acude para encontrar la felicidad, aunque le rechaza, por su falta de honradez, pues se ha valido, durante toda su vida del engaño y la mentira para obtener éxito.

En cuanto a los personajes, nos detuvimos en los más relevantes:

  • Quintín es alto, fuerte y atractivo, pero orgulloso, desobediente y peleón. No siente entusiasmo ni por la religión ni por la patria. “Yo no soy protestante ni tampoco católico. Soy horaciano. Creo en el vino de Palermo y en el Cécubo y en las viñas de Calés. También creo que debemos de dejar a los dioses el cuidado de calmar a los vientos”, les dijo a sus compañeros ingleses en el banquete de despedida del colegio. Está obsesionado con hacerse rico a toda costa, pero sin trabajar: “ahora sí, por llegar a tener dinero y vivir bien, soy capaz de todo (…) Que mañana me dicen, por ejemplo, Vendiendo a todos los habitantes de Córdoba como esclavos, se puede hacer una fortuna, pues los vendería (…) la pereza tiene su premio y el trabajo su castigo”. Esta obsesión, unida a su falta de escrúpulos morales, le llevará a apropiarse del dinero destinado a la revolución liberal. Triunfará en la vida pública, llegando a ser diputado; pero personalmente se siente insatisfecho. 
  • Rafaela y Remedios son nietas del marqués de Tobera: la primera es amable y guapa, pero acaba casándose con Juan de Dios, un hombre rico y zafio al que no quería; la segunda, en cambio, es más sincera y auténtica, como lo demuestra su rechazo a Quintín del que está enamorada por la falta de honestidad de éste.
  • La Aceitunera está casada con el hijo del conde, pero su origen es humilde y se siente orgullosa de ello: “Si la gente del pueblo valemos más que todos esos duques y marqueses, con su ceremonias y ringorrangos. ¿Dónde está la sal? En el pueblo… Porque me casé con su tío de usted que es un cabestro”. Esta forma de pensar la acerca al protagonista, que se hace amigo de ella, después de secuestrarla.
  • Y Palomares, dependiente del padrastro de Quintín, que también tiene conciencia de clase y espíritu revolucionario: “Tú eres revolucionario, ¿verdad? -le dijo Palomares-. Pues si alguna vez vais contra los ricos, llámame. Iré con toda mi alma, hasta hacerles echar la higadilla. En el mundo no hay más que ricos y pobres, y ríete tú de progresistas y de moderados. ¡Ah, canallas!”.

Reflexionamos sobre el títuloLa feria de los discretos, en particular sobre el adjetivo “discretos”, que aparece en varios pasajes de la novela referido a los cordobeses y a los españoles, pero siempre con un sentido negativo. Dice Quintín: “Son muy discretos, amigo Springer; somos muy discretos, si te parece mejor. Mucha facundia, mucha palabra entusiasta y fogosa, mucho floreo; un aspecto superficial de confusión ingenua y candorosa; pero en el fondo, la línea recta y segura. Hombres y mujeres discretísimos. ¡Créetelo! La exaltación por fuera y el frío por dentro”. Es decir, mucha palabrería hueca, pero poca capacidad para innovar. 

El mismo Quintín en el artículo de despedida que publicó en La Víbora escribe: “¡Adiós, Córdoba, pueblo de los discretos, espejo de los prudentes, encrucijada de los ladinos, vivero de los sagaces, enciclopedia de los donosos. albergue de los que no se duermen en las pajas, espelunca de los avisados, cónclave de los agudos, sanedrín de los razonables! ¡Adiós, Córdoba! Y ahí queda eso”.

Interpretamos que, al insistir en que son discretos, quiere decir que los cordobeses y los españoles no intentan crear nada nuevo, porque sale mal, y viven en una inercia que les hace conformarse con lo que tienen, aunque no les satisfaga.

También hablamos del punto de vista del narrador omnisciente que conoce todo sobre los personajes, en especial sobre el protagonista, hasta el punto de que hace suyos los pensamientos críticos de éste, por ejemplo, cuando compara la casa de María Lucena, que representa a Córdoba, con la de los padres de Springer, que representa a Zurich: “¿Qué diferencia entre aquel hogar y la casa en donde Quintín había vivido con María Lucena y su madre! Allí no se hablaba de marqueses, ni de condes, ni de cómicos, ni de toreros, ni de jacas; allí no se hablaba, de perfeccionamiento de la industria, de arte y de música”. 

Sobre la estructura interna de la novela, coincidimos en que el inicio “in medias res” es acertado, porque despierta expectativas en el lector sobre el protagonista, que vuelve de Inglaterra a Córdoba, pero del que no sabemos nada. Poco a poco iremos conociendo quién es, cuál es su verdadero padre, cómo le ha ido su estancia en el colegio de Eton y cuáles son sus planes de futuro. Igualmente valoramos positivamente el final, con un Quintín ya maduro, que ha triunfado profesionalmente y que vuelve a Córdoba para casarse con Remedios; pero que –como se ha dicho- es rechazado por ésta a causa de su comportamiento deshonesto: “Quintín sintió el corazón oprimido y suspiró fuertemente. Luego quedó extrañado. Estaba llorando”. El mensaje final que nos queda es que, en este mundo, hay que valerse del engaño y la mentira para triunfar y hacerse rico, menos en el amor donde es necesaria la honradez y la sinceridad. 

Sin embargo, se constató que, en la parte central de la novela, Pío Baroja se desvía continuamente de la historia principal, para detenerse en personajes secundarios, situaciones y lugares por donde pasa el protagonista, lo cual nos hace desconectar de la lectura. 

Finalmente, nos referimos a rasgos de humor negro, que se reconocen en dos situaciones generalmente serias, pero que son tratadas por Baroja con una cierta sorna:

  • Al deseo del señor Matignon de ver una funeraria, le responde Quintín: “Por aquí no hay ninguna. Todas están muy lejos; pero si ve usted una tienda donde se venden guitarras, allí puede usted decir que se hacen cajas de muerto”.
  • “A la luz de la luna, Quintín leyó: “Patrocinio de la Mata, viste cadáveres a todas horas del día y de la noche en que se avise, a precios muy arreglados”

Podíamos haber seguido debatiendo, porque La feria de los discretos da para mucho, tanto por su contenido como por su forma, pero, después de dos horas, pusimos punto final a la sesión.

Próxima lectura: Niña, mujer, otras de Bernardine Evaristo, novela ganadora del Premio Man Booker 2019, que ha sido traducida al español por Julia Osuna, hija de nuestro compañero Miguel. Se fijará la fecha concreta de la sesión en el mes de septiembre.

Nuestro compañero Benito Vaquero Ortega, ha creado un mapa que titula «La Córdoba de Pío Baroja. Un discreto paseo». Se trata de un recorrido por la geografía de los lugares de Córdoba citados en la novela de Pío Baroja, «La feria de los discretos». Incluye el número de los capítulos correspondientes, texto de referencia y en lo posible fotografías de la época.

Del mismo modo, y para la más fácil identificación de los escenarios barojianos en la Córdoba de principios del siglo XX, ha montado el cortometraje «La Córdoba de Pío Baroja. La feria de los discretos».

La feria de los discretos

CLUB DE LECTURA DEL IES GRAN CAPITÁN

Guion para el debate

(Sesión del 2 de junio de 2021, miércoles, a las 19 horas, en uno de los patios del Albergue Juvenil de Córdoba, en la plaza Judá Levi)

  1. Presentación del autor en su época a cargo de Enrique Casado
  2. Opinión breve sobre la novela
  3. El título: La feria de los discretos
  4. Punto de vista narrativo
  5. Estructura
  • Externa
  • Interna: ¿cómo interpretas el final de la novela?
  • Tiempo
  • Histórico
  • Interno
  • Personajes
  • Quintín García 
  • Rafaela
  • Remedios
  • Don Gil Sabadía
  • Señora Patrocinio
  • Springer
  • Pacheco
  • Cornejo 
  • María Lucena
  • Escobedo
  • La Aceitunera
  • Palomares
  • Temas
  • El fin justifica los medios
  • La idea del hombre de acción
  • Una imagen pesimista de España y, en particular,  de Córdoba, frente a los países del norte
  • El amor como única verdad que hace feliz al hombre
  • La miseria y la mezquindad de la gente
  • Los tópicos sobre España
  • El arte de contar historias
  • La decadencia de la nobleza
  • Los odios familiares
  • La masonería y la revolución liberal
  • El machismo
  • División de opiniones entre los cordobeses con respecto a esta novela de Pío Baroja.
  • Estilo
  • Próxima lectura

El peligro de ser diferente

Si en algo estuvimos de acuerdo durante la animada y fructífera sesión del pasado miércoles, dedicada a Billy Budd es en la intencionalidad última de Herman Melville: el peligro de ser diferente, como lo es el joven protagonista, que se sale del camino establecido. La maldad del capitán Vere y sobre todo de John Claggart es la de quien ha renunciado a sus sueños y desprecia a quien los persigue. De ahí la vigencia del texto.

María presentó al autor, en su época. Melville nace en Nueva York en 1819 y tiene una vida bastante complicada. A los trece años, su padre muere probablemente suicidándose, lo cual le obliga a trabajar en los más variados oficios (chico de recado, marinero, copista, etc.), donde después se inspirará para escribir sus novelas. No puede ir a la universidad por motivos económicos. Tiene problemas con el consumo excesivo de alcohol y 1967 es un año funesto para él: su mujer, Elizabeth Shaw,mide el divorcio, acusándolo de loco, y su hijo mayor, Malcolm, se suicida.

Publica sus primeras novelas pronto y se hace famoso, pero luego su éxito decae, de acuerdo con los gustos del público, lo que hace que sus obras estén en un olvido relativo, hasta principios del siglo XX. Por ello, su muerte, el 28 de septiembre de 1891, pasó prácticamente inadvertida.
Su obra maestra, Moby Dick (1851) es una novela de aventuras que cuenta la travesía del barco ballenero Pequod, dirigido por el capitán Ahab, en persecución de una gran ballena blanca. También tiene dos obras breves muy bien valoradas por la crítica: Bartleby, el escribiente, de la que hablamos hace unas semanas y Billy Budd, novela inacabada, que se publica después de morir su autor.

El turno de opiniones sobre esta novela lo comenzó Clara, a quien le había costado entrar en ella por el estilo decimonónico en el que está escrito, con abundantes tecnicismos, relacionados con el mundo de la marinería. No obstante, Herman Melville le parece un gran escritor de guiones cinematográficos. Añadió que en Billy Budd hay mucho morbo en la relación entre el maestro de armas y el protagonista y que le habían llamado la atención las reflexiones en las que se aleja de la historia principal.

Jose, un alumno de Informática, se incorporó ayer al club, por primera vez, estimulado por su tía Adela, antigua y entrañable compañera nuestra, que le había hablado muy bien del mismo. Comentó que había intentado leer la novela en inglés; pero que, a causa de su dificultad terminológica, finalmente optó por hacerlo en español. No le había gustado nada por la escasez de acción, por la historia en sí misma y porque el desenlace le parece un tanto arbitrario.

En opinión de Miguel Ángel no sabemos lo que es del autor y lo que no es, puesto que se trata de una obra inacabada, que, además, se sale un poco del estilo con el que están escritas otras, como Bartleby, el escribiente. Le ve un sentido moralista, aunque con un planteamiento anacrónico de la figura del buen salvaje, es decir, del ser humano bueno por naturaleza del que habló Rousseau, en el siglo XVIII. Por otra parte, le parece una novela muy cinematográfica, sobre todo en los capítulos iniciales, donde presenta a los personajes. Finalmente, comentó, que reconoce al autor detrás de la obra, que es lo que busca siempre él en la literatura.

A Lola no le había enganchado ni interesado la novela, tanto en lo que se refiere a la historia que se cuenta como a la forma en que está escrita. Además, le ha parecido un final muy triste. No obstante, reconoció que no había profundizado lo suficiente en ella.

José Ángel comentó que le habían resultado más interesantes las interpretaciones que el relato en sí mismo, porque la lectura la había hecho con un cierta indiferencia, sobre todo por la simplicidad de los conflictos que se plantean.

Para Miguel la novela es fundamentalmente belleza, y el protagonista es el propio autor del libro, que está enamorado de su personaje Billy Budd. Sin embargo, esta obsesión por la belleza entra en contradicción con las ideas calvinistas que profesa. Añadió que está muy influida por la Biblia y por el idealismo de Platón.

Carmen dijo que Billy Budd es, en efecto, decimonónica por el lenguaje, especialmente, por las descripciones largas, y al mismo tiempo vanguardista, porque Melville introduce en el relato elementos ajenos al mismo y porque utiliza diferentes voces narrativas. En este sentido, es un pionero en su época. No termina de cerrar nada, quizá porque intenta generar suspense o porque se trata de un libro inacabado.

Finalmente, Benito, emocionado, confesó que le había encantado. Le parece una novela moderna desde el inicio, con la descripción de los marineros en el puerto, una escena claramente homoerótica. Por otra parte, le habían interesado mucho: la contraposición entre el bien y el mal; el tema de la envidia y a dónde nos puede llevar; el conflicto entre la ley y la moral individual… Todo tratado, además, en un espacio tan reducido como un barco, pero que se puede aplicar a otros contextos. Nos recomendó encarecidamente la película La fragata infernal (1963), basada en este libro, y que está dirigida e interpretada por Peter Ustinov.

En el debate, hablamos precisamente de la contraposición entre el bien, encarnado por Billy Budd, que representa a la naturaleza previa al gran pecado, y el mal, representado por el maestro de armas, John Claggart, un personaje mezquino, envidioso, y resentido.

Este último, aunque no se diga explícitamente, parece ocultar un deseo homosexual: “A veces, la expresión melancólica tenía un leve dejo de suave añoranza, como si Claggart hubiese sido incluso capaz de amar a Billy, a no ser por el destino y la maldición. Pero pronto se arrepentía de ello, como que esa mirada, que no se podía mitigar, pellizcara y arrugara su rostro hasta convertirlo momentáneamente en una especie de nuez reseca”.

Y del propio Billy se destaca su fuerza y sobre todo su belleza: “Si era preciso arrizar las gavias en plena tormenta, allí estaba él, a horcajadas en la punta de la verga, el pie en el «caballo flamenco», como en un estribo, agarrando con ambas manos la orejera como si fuese una brida, en una actitud muy similar a la del joven Alejandro domando al feroz Bucéfalo”.

Comentamos el conflicto entre justicia y ley, que se plantea en el juicio y que reconocemos en el discurso donde el capitán Vere trata de justificar la condena de Billy, al que ha aplicado la ley marcial: “Para tranquilizarnos un poco, recurramos a los hechos. En tiempo de guerra, en el mar, un marinero golpea a un superior de grado y el golpe es mortal. Independientemente de su efecto, el golpe es, de acuerdo a los Artículos de Guerra, un delito gravísimo”. Es decir, se guía únicamente por su fidelidad a la corona, por su moral institucional, no por su moral individual, que le hubiera llevado a considerarlo inocente, por las circunstancias concretas que rodearon la muerte de Claggart.

En este sentido, valoramos las páginas que dedica Melville para hablar de El Gran Motín que se produjo el mismo año que la historia de Billy Budd, con el fin de mejorar la comida y la vestimenta de los marineros, y acabar con la leva forzosa. Por eso, los capitanes de los barcos estaban siempre alerta, ante la posibilidad de un amotinamiento y aplicaban estrictamente la ley de guerra, como lo hace Vere.

También mencionamos el tema del acoso laboral, pues Claggart, quizá por envidia o por un deseo homosexual frustrado, o por ambas razones, odia a Billy Budd y no cesa de acosarlo en su trabajo hasta que consigue que lo procesen por incitación al motín. De hecho, el maestro de armas responde al perfil del acosador, tiene una red de colaboradores fieles y sigue una estrategia característica. A esto hay que añadir la connivencia o indiferencia de los jefes, como el capitán Vere, que pudo haberse abstenido de convocar el consejo de guerra, pero no lo hizo.

El fatalismo impregna el desarrollo de esta historia, porque, desde el principio con la presentación del protagonista, como un joven muy atractivo físicamente y de carácter humilde y bueno, aunque con el defecto de la tartamudez, intuimos que algo malo va sucederle y que no podrá hacer nada para evitarlo, al contrario, él mismo, con su comportamiento, contribuirá a su trágico final.

Curiosamente Billy reacciona ante su muerte con naturalidad, porque carece de ese miedo irracional, “que prevalece más en las sociedades altamente civilizadas que en aquellas llamadas bárbaras, que se mantienen más cercanas a la verdadera naturaleza”. Además, antes de morir, dijo: “Dios bendiga al capitán Vere”, palabras que fueron repetidas como un eco por todos los marineros, los cuales, sin embargo, en ese momento, sólo tenían en su corazón al joven que iba a a ser injustamente ahorcado.

En efecto, como dijo Benito, este aparente elogio se convirtió para el capitán Vere en un baldón durante toda su vida. Por eso, reaccionó así: “ya sea por su estoico dominio de sí mismo o por una suerte de parálisis momentánea, provocada por el impacto emocional, se quedó rígido como un mosquete en el armario del buque”.

Finalmente, en cuanto a la técnica literaria, valoramos muy positivamente la metanarración, es decir, las reflexiones de Melville sobre la propia elaboración de la novela:

“En este oficio de escribir, por más resuelto que uno esté a atenerse a la anécdota principal, algunas anécdotas secundarias tienen un atractivo difícil de resistir. Voy a pecar entrando en una de ellas…” (cap. IV)

“Este capítulo -se refiere al IX- ha sido necesario para explicar la naturaleza oculta del maestro de armas”

Las más de dos horas hablando de Billy Budd, la verdad es que se pasaron volando y, como siempre, todos aprendimos escuchando las opiniones de los demás. Valgan como ejemplo los minutos que dedicamos al Viejo danés, un marinero veterano y sabio, que traba amistad con Billy y le advierte sobre las intenciones de Claggart. Miguel puso el colofón, identificando al personaje con Tiresias, uno de los adivinos más célebres de la mitología griega.

Próxima lectura, a propuesta de Enrique: La feria de los discretos de Pío Baroja, novela de la que hablaremos el miércoles, 1 de abril, a las 17:30, en la biblioteca.

Otras sugerencias de lecturas que se hicieron: Joseph Andrews de Henri Fielding y Oh vosotros, hermanos humanos de Albert Cohen

Billy Budd – Guion

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CLUB DE LECTURA DEL IES GRAN CAPITÁN
Guion para el debate
(Sesión del 19 de febrero, miércoles, a las 17:30, en la biblioteca)

  1. Presentación del autor en su época a cargo de María
  2. Opinión breve sobre la novela
  3. Punto de vista
  4. Tiempo histórico
  5. Estructura
    ● Externa
    ● Interna: ¿con qué finalidad se mezclan capítulos narrativos y
    reflexivos?, ¿cómo interpretamos el final?
  6. Personajes: ¿Cómo son presentados los personajes? ¿No genera esta
    presentación simpatías y antipatías hacia ellos?
    ● Billy Budd
    ● John Claggart
    ● Capitán Vere
    ● El danés
  7. Temas
    ● El motín: ¿qué relevancia tiene el llamado Gran Motín en el desarrollo de la historia?
    ● El deseo homosexual: aunque en ningún momento se manifiesta
    abiertamente, ¿qué señales nos sugieren que puede existir este
    deseo?
    ● La envidia: ¿es envidia lo que siente Claggart hacia Billy o lo que
    sienten algunos oficiales hacia el capitán Vere, al que criticaron que
    hubiera evitado el máximo de publicidad en el caso?
    ● El acoso en el trabajo: ¿se dan las circunstancias para pensar en este
    tipo de comportamiento?
    ● El conflicto entre justicia y ley: ¿debe la segunda primar, aunque esta
    primacía lleve a una injusticia? ¿Es excesivo el castigo que se le aplica
    a Billy? ¿Su conducta previa no ha de ser tenida en cuenta? ¿Es
    reprobable el comportamiento del capitán Vere? ¿Hay una crítica de
    Melville al derecho?
    ● La dimensión institucional del derecho: ¿el capitán Vere y los oficiales
    que juzgan a Billy se rigen por una conciencia imperial más que
    personal?
    ● El fatalismo: ¿se puede hablar de fatalismo en el desarrollo de esta
    historia?
    ● La metanarración: ¿reflexiona Melville sobre la propia elaboración de
    la novela?
    ● La leva obligatoria: ¿qué función desempeña el reclutamiento
    obligatorio en la novela?
    ● La muerte: ¿cómo reacciona Billy Budd ante su condena a muerte?,
    ¿por qué no experimenta miedo?
  8. Los nombres de los barcos:
    ● “Derechos del hombre”
    ● “Billipotent”
    ● “El Ateo”
  9. Intencionalidad y vigencia de la novela
    10.Influencia de Poe
    11.Estilo
    12.Frases para la reflexión:
    ● “Rara vez la apariencia moral no concordaba con la apariencia física”
    ● “El marinero es franqueza; y el hombre de tierra, sutileza”
    ● “¿Quién en el arco iris puede trazar la línea donde termina el violeta y
    comienza el anaranjado? Vemos claramente la diferencia de colores,
    pero, ¿dónde exactamente, se confunde el primero con el segundo?.
    Lo mismo sucede con la salud mental y la locura”
    ● “Por muy despiadada que sea la ley, tenemos que atenernos a ella y
    aplicarla”
    ● “El corazón es la parte femenina del varón, y por más que cueste,
    debe ser dejado de lado”
    13.Próxima lectura

Berlín


En este nombre propio resumió Miguel su opinión sobre Metrópolis, novela de la que hablamos ayer miércoles en el Club de Lectura de nuestro instituto, porque su autor, Philip Kerr, rinde un homenaje al Berlín de entreguerras, ciudad que se había convertido en un barco enorme a la deriva, donde las costumbres se relajaban, las mujeres y los hombres se veían obligados a prostituirse para sobrevivir, y los asesinatos estaban a la orden del día.

El propio Miguel, en la presentación del autor, leyó el siguiente texto que había escrito: 

“Es curioso y casual que empecemos el año 2020 hablando de una novela que se desarrolla en el Berlín de los años 20. Sólo por eso, es interesante haber elegido este libro o cualquier otro que nos haga reflexionar sobre lo que pasó en el siglo XX y sobre lo que podamos pasar nosotros y la generación que nos sigue, y si podemos aportar con nuestras dudas y reflexiones algo para no caer en los mismos errores que llevaron al mundo a unos acontecimientos tan horribles (…) 

Sobre Philip Kerr sólo quiero decir que nació  en Edimburgo en 1956 y murió en 2018, víctima de un cáncer. Ha escrito novelas policiacas y también sobre los aspectos más turbios del fútbol actual (Mercado de invierno, La mano De Dios y Falso Nueve). Pero sobre todo es conocido por la serie de libros protagonizados por el policía Bernie Gunther, que no siguen un orden cronológico y se desarrollan en distintas ciudades de Europa (…) Así, el primero de ellos, Violetas de Marzo, se sitúa en el Berlín de  1936, con Hitler en el poder.  Praga mortal se desarrolla en esta misma ciudad, en plena Guerra Mundial; Laberinto griego, en Grecia; y Metrópolis que, aunque es la última novela, habla de los inicios como policía de Bernie Gunther”.

Concluyó la presentación, planteando un pequeño debate sobre la  “Novela Negra” y su auge en muchos países del mundo con gran prestigio literario. Durante el mismo, constatamos que las principales características de este género aparecen en Metrópolis:

  • Narrador-protagonista que reflexiona sobre lo que sucede: Bernie Gunther.
  • Atmósfera asfixiante de injusticia, miedo y violencia, que se refleja en los asesinatos, primero, de las jóvenes que se ven obligadas a prostituirse y, después, de los ex combatientes en la I Guerra Mundial que piden por las calles.
  • Descripciones realistas de ambientes marginales, como el de las prostitutas, mendigos y mafiosos.
  • Y el hecho de que no importa tanto la aclaración del crimen como la causa por la que se produce, que suele estar relacionada con la sociedad degradada donde vive el criminal.

En el turno de opiniones, María, que había leído varias novelas de Philip Kerr, manifestó que Metrópolis le había gustado mucho, en particular, el protagonismo de la ciudad de Berlín, donde se reconocen las consecuencias del Tratado de Versalles, que puso fin oficialmente a la Primera Guerra Mundial, y en el cual Alemania aceptó pagar una exorbitante indemnización a los países victoriosos, lo cual acabó provocando su hundimiento económico. Resaltó igualmente al protagonista, que le parece un personaje redondo: inteligente, sensible y con un toque de ironía.

A Víctor la novela se le había hecho larga y no entendía muy bien la relación de Bernie con las mujeres. No obstante, le llamaban la atención las distintas formas de ser judío (unos, a los que no les importa manifestar esta condición; y otros que procuran disimularla), y sobre todo valoraba la documentación detallada y precisa. Quedó en el aire una pregunta: ¿La violencia forma parte del pueblo alemán?

Miguel confesó su afición a la novela negra y, con respecto a Metrópolis, dijo que la primera parte, Mujeres, es lenta; pero, a partir de la segunda, Descenso, el interés crece, porque la pistas sobre quién es el asesino son cada vez más evidentes. Añadió que su protagonista, Bernie Gunther, lo es también de 13 novelas más y en cada una de ellas aparecen elementos nuevos para hacer una radiografía completa del mismo. Concluyó diciendo que la novela es un homenaje a Berlín, como lo prueban los cerca de cien nombres de calles de esta ciudad que menciona el autor.

En el debate, comentamos algunos de los temas que aparecen:

  • Las consecuencias de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, que se reflejan, por ejemplo, en el clima de violencia que predomina en Berlín, tal y como se señala en el prólogo: “Los homicidios violentos estaban a la orden del día. Los cometían, sobre todo, varones borrachos que volvían a casa de la cervecería y estrangulaban a sus respectivas esposas porque estaban tan embrutecidos por la cerveza y el schnapps que no sabían ni lo que hacían. Pero a veces era algo mucho peor: un Fritz Haarmann o un Karl Denke, uno de esos peculiares alemanes impíos que parecían disfrutar matando por matar. Aunque ni siquiera eso resultaba tan sorprendente. En la Alemania de Weimar había tal vez una indiferencia a la muerte súbita y al sufrimiento humano que cabía considerar como un legado inevitable de la Gran Guerra. Nuestros dos millones de muertos equivalían a la suma de los de Inglaterra y Francia”.
  • El ascenso del nazismo, como una forma de superar el caos y el estado de postración del pueblo alemán, del cual todo el mundo se burla: “Pero, gracias a Dios, hay un hombre que promete decir la verdad y limpiar esta ciudad, depurar la mugre de las calles de Berlín, la gentuza, la gentuza que vemos todas las noches. traficantes de droga, prostitutas, proxenetas, travestidos, maricas y comunistas. Ese hombre es Adolf Hitler”.
  • La eugenesia que es practicada por los que plantean un exterminio de quienes no cumplen un propósito útil en la sociedad. Por ejemplo, el Hogar Oscar-Helene para ex combatientes que está dirigido por dos médicos, con ideas inflexibles sobre la rehabilitación e integración social de aquellos; o el propio asesino que manifiesta ideas cercanas a la eugenesia en las cartas que escribe a los periódicos: “La razón por la que he matado a estos tres hombres debería ser evidente para cualquiera que se considere patriota alemán. Los hombres a los que disparé ya estaban muertos y me limité a ahorrarles más sufrimiento. Mientras existían, no solo eran una ignominia para el uniforme, sino que también le recordaban a todo el mundo la derrota de Alemania. Ya habrán oído hablar de la teoría de la puñalada por la espalda. Bueno, pues estos hombres representan una puñalada cara a cara. A los ojos de todos los que los ven arrastrándose por las aceras cual ratas y piojos, representan una afrenta a la mirada humana y a la idea misma de la decencia cívica.”
  • Y la justicia paralela. que existe en el mundo del hampa de Berlín, y que está formada por prostitutas, ladrones y asesinos, que no creen en la justicia oficial ni en la policía y que tiene sus propias leyes y normas de funcionamiento. Ante esta justicia paralela, llevó Angerstein al que había asesinado a su hija: “—Muérdase un rato la lengua y escuche. Igual aprende algo. Bueno, pues, como suponía, esta mañana he secuestrado a Kurt Reichenbach delante de su apartamento y lo he llevado ante un tribunal popular convocado ex profeso. En su mundo eso no tiene reconocimiento oficial, claro, pero en el mío es una autoridad judicial legítima, tan importante como el Tribunal de Justicia Imperial de Leipzig. Había presentes hasta un centenar de personas para cerciorarse de que se hiciera auténtica justicia. Yo he hecho las veces de fiscal, y Emil el Prusiano ha sido mi testigo principal. Reichenbach ha contado con un abogado defensor nombrado por el tribunal y se le ha permitido exponer su caso. Pero las pruebas, más de las que a usted le constan, quizás, eran convincentes, por no decir abrumadoras.”

También mencionamos las pistas que va dejando Philip Kerr, desde el principio, para que los más iniciados en el género de la novela negra averigüen quién es el asesino.

  • Fuma puros caros y viste un abrigo de cuero de trescientos marcos, gastos por encima de su sueldo. 
  • Suele silbar la melodía de El aprendiz de brujo.
  • La procedencia del billete nuevo que encontraron en el bolso de una de las prostitutas asesinadas.
  • La pequeña pistola del calibre 25 que utiliza para matar a los ex combatientes.
  • En la carta que envía a los medios de comunicación considera a la policía como inepta para la investigación y no critica a los judíos, aunque finaliza con un “Heil Hitler”.

Nos detuvimos en algunos personajes y comentamos el hecho de que se mezclan personajes reales con ficticios, probablemente, para dar más credibilidad a lo que se cuenta:

  • Bernie Gunther, protagonista y narrador de la historia, es un joven detective recién incorporado a la brigada de homicidios, que demuestra inteligencia,  discreción, honradez y humanidad. Aún le persiguen los horrores de su experiencia en la Primera Guerra Mundial: “En particular había tres películas que me rondaban una y otra vez: los sesos de mi mejor amigo en mi propio pelo, después de que una bala perdida… le reventara el cráneo; un hombre exhalando su último suspiro de un grito en mi cara… un cirujano de campaña amputando miembros heridos con un guillotina para ahorrar el tiempo que habría requerido una intervención quirúrgica”.  
  • Bernhard Weiss es un judío que ejerce como Jefe de la Policía Criminal de Berlín, y que posee un mente privilegiada, como lo demuestra la propuesta a Gunther para que se haga pasar por uno de los veteranos tullidos, lo que a la postre le permitirá a éste la resolución de  los asesinatos.
  • Y Robert Rankin que representa a un amigo de Philip Kerr, al que éste rinde homenaje. Es un inglés traumatizado por sus vivencias en la Primera Guerra Mundial, en concreto por el fusilamiento de un cabo, que se comportó heroicamente en el campo de batalla y al que él tuvo que dar el tiro de gracia: 

Finalmente, en cuanto al estilo, coincidimos en valorar los diálogos, así como las descripciones sencillas, sobrias y directas, como esta de los que habitan la comisaría, donde Kerr no deja títere con cabeza: “En la Alex, defendíamos el verano de boquilla llamando a pintores y enlucidores, limpiando a manguerazos los calabozos del sótano y dejando las ventanas de la planta superior entreabiertas todo el día para que la corriente mitigara un poco la penumbra y la peste a humo de tabaco y transpiración. Pero nunca duraba mucho. Una jaula sigue siendo una jaula por muy abiertas que se dejen las puertas, y siempre hiede a los animales que han estado encerrados: asesinos, ladrones, pelanduscas, maricas, sabandijas, dominatrices, drogadictos, alcohólicos, maltratadores y gánsteres. Pero, sobre todo, polis sin más. Nadie huele peor que nosotros.”

Próxima lectura, a propuesta de María, que se encargará de  la presentación del autor en su época: Billy Budd , marinero de Herman Melville, novela corta (152 páginas) de la que hablaremos el 19 de febrero, miércoles, a las 17:30, en la biblioteca del centro.

Guion sobre Metrópolis

CLUB DE LECTURA DEL IES GRAN CAPITÁN

Guion para el debate
(Sesión del 15 de enero, miércoles, a las 17:30)

  1. Presentación del autor en su época, a cargo de Miguel
  2. Opinión breve sobre la novela
  3. Título: Metrópolis
  4. Género
  5. Punto de vista narrativo
  6. Espacio
  7. Tiempo histórico
  8. Estructura: externa e interna
  9. Intriga
  10. Personajes ficticios: Bernie Gunther, Bernhard Weiss, Ernst Gennat, Kurt Reichenbach, Otto Trettin, Frau Weitendorf, Robert Rankin, Rosa Braun, George Grosz, Erich Angerstein
  11. Personajes reales: George Grosz , Otto Dix, Fritz Lang , Thea von Harbou.
  12. Temas
  • Las consecuencias de la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial
  • El ascenso del nazismo
  • El antisemitismo y el anticomunismo
  • La explotación de los trabajadores
  • La prostitución
  • La metrópolis
  • La corrupción de la policía
  • La eugenesia
  • El sensacionalismo de los medios de comunicación
  • La delincuencia y la pobreza
  • Una justicia paralela
  • ¿Hay verdades que deben ocultarse?

13. Música: ¿qué obras se mencionan?

14. Estilo: descripciones, sentido del humor…

15. Próxima lectura

La fascinación del narrador por el personaje

Fue José Ángel quien empleó esta expresión para definir lo que sucede en la novela corta, Bartleby, el escribiente, de la que hablamos el miércoles pasado en el Club de Lectura del IES Gran Capitán. Se refería a que el jefe del escribiente, que actúa como narrador, siente hacia éste una especie de atracción irresistible, probablemente a causa de la fórmula que utiliza para negarse a trabajar, “Prefería no hacerlo”, con el verbo en condicional que presenta la acción como una posibilidad.

María se encargó de presentar al autor, Herman Melville, que nació en Nueva York en 1819 y tuvo una vida bastante complicada. Cuando tenía trece años, su padre murió probablemente suicidándose, lo cual le obligó a trabajar en los más variados oficios (chico de recado, marinero, copista, etc.), donde después se inspirará para escribir sus novelas. No pudo ir a la universidad por motivos económicos. Esta situación laboral irregular se mantuvo durante toda su vida, salvo en los periodos donde pudo dedicarse a su pasión, que era la escritura. Tuvo problemas con el consumo excesivo de alcohol y 1967 fue para él un año funesto: su mujer, Elizabeth Shaw, se divorció de él acusándolo de loco, y su hijo mayor, Malcolm, se suicidó.

Publicó sus primeras novelas pronto y se hizo famoso, pero luego su éxito decayó, de acuerdo con los gustos del público, lo que hizo que sus obras estuvieran en un olvido relativo, hasta principios del siglo XX, en que se revalorizó su obra, influyendo en los escritores de este periodo. Por eso, su muerte, el 28 de septiembre de 1891, pasó prácticamente desapercibida. 

Su obra maestra, Moby Dick (1851) es una novela de aventuras que cuenta la travesía del barco ballenero Pequod, dirigido por el capitán Ahab, en persecución de una gran ballena blanca. Pero está llena de reflexiones éticas y filosóficas, sobre todo de este capitán, en conflicto continuo con la ballena que le había mutilado y a la que persigue obsesivamente por los mares, con intención de darle caza, sin importarle cuántas vidas cueste.

Herman Melville pertenece al romanticismo oscuro, que se caracteriza por su visión pesimista de la condición humana y por atribuir a la naturaleza verdades oscuras y misteriosas a las que el hombre se enfrenta por su cuenta y riesgo. Surge como reacción al trascendentalismo, otra rama del romanticismo que cree en la bondad innata del hombre y la naturaleza. A este mismo movimiento pertenece Edgar Allan Poe, cuyos personajes literarios tienden a la perversión, al fracaso y a la autodestrucción, como Bartleby o el capitán Ahab. 

En el turno de opiniones, Miguel comentó que Melville había creado esta pequeña novela, durante una crisis de inspiración, en la primavera de 1951, cuando estaba escribiendo Moby Dick, y que el auténtico protagonista es el narrador, porque de Bartleby no sabemos prácticamente nada. ¿”Es un mono?, ¿un muro?” se preguntó con ironía. 

Miguel Ángel la considera un obra experimental y transgresora, sujeta a múltiples interpretaciones, porque el protagonista es extremo. Añadió que le había desconcertado la reacción del narrador, ante la negativa a trabajar de su empleado.

Abraham reconoció la concomitancia con Poe, al que probablemente conociera Melville, pues la estructura de Bartleby, el escribiente es similar a los relatos de éste. Su protagonista depresivo y pesimista refleja la actitud del propio autor ante su fracaso como escritor profesional. De hecho, la obra se presenta como una confesión que comienza camuflada de una anécdota digna de ser recogida en los anales literarios. Así es como Melville comenzó su carrera literaria, mediante el relato oral de hechos curiosos relacionados con su experiencia de ballenero.

José Ángel reveló que era la segunda vez que leía esta novela corta y le había vuelto a desconcertar, porque no acababa de entender y captar la tesis que defiende su autor. En su opinión, no tiene un componente revolucionario sino existencial

A Lola no le había interesado especialmente la lectura. Considera que está escrita en un estilo  limpio y pulcro, aunque con una adjetivación excesiva. La forma y el fondo le parecen la misma cosa, como si existiera una simbiosis entre ambos.  Le habían llamado la atención algunos aspectos: las ya citadas  concomitancias con Edgar Allan Poe, la actitud fraternal del jefe y el sentido del humor del que hace gala Melville.

A Víctor, que también había releído el libro, le produce extrañeza la fama que ha adquirido, aunque la atribuye al personaje de Bartleby, que tiene un comportamiento extraño y aparentemente absurdo.

María comentó que la obra, aunque tiene aspectos curiosos, no le ha gustado demasiado. Bartleby, que se encuentra entre el teatro del absurdo y el existencialismo de Sartre, y en cualquier caso muy cerca de los personajes de las novelas de Kafka, ejerce un dominio psicológico sobre los demás personajes.

En el debate propiamente dicho, hablamos de las posibles interpretaciones de Bartleby, el escribiente:

  • Crítica del aislamiento deshumanizador a que nos aboca el trabajo moderno, lo cual se vería avalado por el subtítulo de la obra en la edición inglesa: “una historia de Wall Street”, que es la calle donde está la bolsa de Nueva York, es decir, donde está situado todo el mundo financiero.
  • Un ejercicio de libertad, pues Bartleby, de alguna manera, evita un destino determinista, arbitrario y designado desde el exterior.
  • La personificación del ánimo depresivo que acompañó al propio Herman Melville, al ver fracasar uno tras otro sus intentos de ganarse la vida como escritor (sus novelas como “cartas muertas”).

De los temas, que aparecen en el relato, se comentaron los siguientes:

  • La inacción, representada por Bartleby, contrasta con el mundo del éxito, el productivismo y la riqueza, que simboliza la ciudad de Nueva York; pero en la oficina ninguno es capaz de realizar una función más allá de su labor de copia, ninguno es capaz de proponer una acción propia.
  • La incomunicación es absoluta entre Bartleby y sus compañeros de trabajo, pues cada uno se preocupa por su situación personal;  pero sobre todo la padece el primero. Dice sobre él el narrador, al comprobar un domingo que vive en la oficina, completamente solo: “¡Qué miserables orfandades, miserias, soledades, quedan reveladas aquí! Su pobreza es grande, pero su soledad ¡qué terrible!». Y más adelante, cuando su empleado decide no hacer nada en la oficina, añade: “Pero parecía solo, absolutamente solo en el universo. Algo como un despojo en mitad del Océano Atlántico”.

Esta soledad se agrava, si consideramos el muro de ladrillo que se ve a través de la ventana junto a la que trabaja: “por largo rato se quedaba mirando el ciego muro de ladrillos”.

  • La fraternidad, pues el jefe de Bartleby siente hacia él compasión y solidaridad: ”Por primera vez en mi vida una impresión de abrumadora y punzante melancolía se apoderó de mí. Antes, nunca había experimentado más que ligeras tristezas, no desagradables. Ahora el lazo de una común humanidad me arrastraba al abatimiento…”.
  • La alienación del trabajo en la oficina, pues las tareas que realizan los empleados son mecánicas y repetitivas; se limitan a copiar textos, como si fueran máquinas de repetición: “escribía silenciosa, pálida, mecánicamente”, se dice de Bartleby. Además, estos textos no parecen tener destinatarios. 
  • Las cartas muertas, según el rumor del que se hace eco el narrador, no han llegado a su destinatario o carecen de él, y por eso están condenadas a las llamas. Dice al respecto, considerando que el protagonista es un hombre propenso a la desesperanza: “¿Qué ejercicio puede aumentar esa desesperanza como el de manejar continuamente esas cartas muertas y clasificarlas para las llamas?”. Si a esto le unimos su trabajo mecánico repetitivo de copista, quizá podamos entender su actitud de inacción, primero, ante el trabajo, y después ante la propia vida, cuando se deja morir. 

En cuanto a los personajes, nos detuvimos particularmente en dos:

Bartleby, del cual nada sabemos sobre su origen y antecedentes. No es ambicioso, ni apasionado y carece de familia y amistades. Es tranquilo, discreto, reservado y silencioso, pero con un aire de tristeza. Evoluciona de ser un empleado ejemplar, incluso excesivamente entregado a su trabajo, a optar por la inacción y negarse a trabajar, con lo cual acaba comportándose como un antisistema, al que no le importa nada el dinero.

Se dice de él: 

“Reveo esa figura: ¡pálidamente pulcra, lamentablemente decente, incurablemente desolada!”. Parece más espiritual que material.

“Trabajaba día y noche, copiando, a la luz del día y a la luz de las velas. Yo, encantado con su aplicación, me hubiera encantado aún más si él hubiera sido un trabajador alegre. Pero escribía silenciosa, pálida, mecánicamente.”

“Yo podía dar una limosna a su cuerpo; pero su cuerpo no le dolía; tenía el alma enferma , y yo no podía llegar a su alma”.

Y el jefe que, además de narrador de la historia, es el jefe de Bartleby, al que tiene empleado como escribiente en su despacho. Se muestra prudente, metódico y paternal, hasta el extremo de causar desconcierto en los lectores. Carece de ambición. Duda entre la simpatía hacia su empleado y la desesperación que le produce su desobediencia. No despide a Bartleby, porque éste no muestra el menor enojo o incomodidad hacia él, cuando le dice ”Preferiría no hacerlo”.

Abraham lo ve “Incapaz de aplicar el más mínimo acto sádico, por justo, necesario o conveniente que sea. Incapaz de una comprensión auténtica de la psicología humana. Alguien que, en definitiva, no vale para lo que hace, dirigir, escribir”.

Coincidimos en que Bartleby, el escribiente es un antecedente del existencialismo, pues el propio Albert Camus reconoce la influencia en su obra, donde aparecen personajes, como Meursault, el cual siente una apatía e indiferencia con respecto a la realidad, que recuerda al protagonista del relato de Melville. Igualmente, anticipa a los personajes de las novelas de Kafka, cuyo origen ignoramos, y son como antihéroes, acosados no se sabe muy bien por quién, y a los que se acaba destruyendo.

Finalmente, mencionamos el sentido del humor de Melville, cercano al absurdo, que nos llega, por ejemplo, a través de los personajes secundarios, en especial los dos compañeros de trabajo de Bartleby, que son contrapuestos en su disposición al trabajo y en su carácter: Turkey es eficaz y amable, hasta las 12 de la mañana, hora a partir de la cual se muestra inseguro e irascible; en cambio, a Nippers le sucede justo lo contrario, pues su carácter y su capacidad de trabajo cambian a mejor, a medida que avanza el día.

Próxima lectura, a propuesta de Miguel: Metrópolis de Phillips Kerr, novela de la que hablaremos el 15 de enero de 2020, miércoles, a la 17:30, en la biblioteca del centro.

El éxodo, una constante en la historia de la humanidad

Si en algo coincidimos, el pasado miércoles, en la sesión del club de lectura dedicada a Las uvas de la ira, es que la historia de la familia Joad, que se ve obligada a emigrar al oeste de Estados Unidos, en busca de una vida mejor (“Tal vez podamos volver a empezar en la nueva tierra rica, California, donde crece la fruta. Volveremos a empezar”) se ha repetido muchas veces en la historia de la humanidad, lo cual confiere un valor universal a esta  novela de John Steinbeck.

Miguel, en la presentación del autor, se refirió a su nacimiento, en 1902, precisamente en Salinas, una pequeña población rural de California, en el seno de una familia, cuyos antepasados llegaron a Estados Unidos, procedentes de Europa, atraídos por las posibilidades que les ofrecía este país para mejorar sus posibilidades económicas y sociales. Pronto se convirtió en un ávido lector por influencia de su madre, que había sido maestra de soltera, y surgió en él la necesidad de escribir, lo cual le impidió seguir los estudios con normalidad. 

Llegó a admitir que sólo escribía sin trabas ni complejos cuando los personajes eran de baja condición social, como los chicanos de Tortilla Flat (1935), novela con la que alcanza su primer éxito literario y de público. A esta le siguieron: En dudosa batalla (1936), donde retrata la organización de una huelga de recolectores de algodón; De ratones y hombres (1937), sobre los trabajadores temporeros que se afanan por conseguir una tierra de su propiedad;  y Las uvas de la ira (1939), que surge después de haber publicado una serie de artículos sobre los campos de trabajo, y donde Steinbeck demuestra, a través del éxodo de la familia Joad hacia California, donde sólo encuentran la miseria y la explotación, que el mito de la tierra de promisión americana es sólo leyenda, es decir, oculta una realidad que poco tiene que ver con lo imaginado. Tanto esta novela como Al este de del Edén (1952), que trata sobre un retrasado el cual inocentemente provoca una serie de catástrofes en un rancho, fueron llevadas al cine. 

Un libro curioso que citó Miguel es Viajes con Charley. En busca de América (1962), donde, como el título indica, cuenta un viaje de redescubrimiento de los Estados Unidos, desde la costa este a la oeste, atravesando varios estados junto a su perro Charlie, en una camioneta, que bautizó con el nombre cervantino de Rocinante.

Steinbeck, a pesar de no ser bien valorado por parte de la crítica, que lo acusó de cierto sentimentalismo didáctico o de novelista proletario, consigue el Premio Nobel de Literatura en 1962, por su «escritura realista e imaginativa, combinando el humor simpático y la aguda percepción social». Seis años después fallece en Nueva York.

En el turno de opiniones, Víctor confesó que es uno de los libros que más le ha impactado en mucho tiempo. Lo leyó hace dos veranos y tanto le gustó que lo recomendó a varias personas. Piensa en lo arriesgado que sería en aquella época escribir una novela con tanta carga de crítica social y la repercusión que tendría en su momento. Leyendo sus páginas no pudo evitar pensar en los males que perduran de este capitalismo salvaje y cruel. 

Enrique comentó que había visto hace tiempo la película de John Fort y que el libro de Steinbeck le parece de digestión difícil. Describe el sistema capitalista americano, en estado puro, sin tomar partido ni a favor ni en contra. El pesimismo, que lo atraviesa de principio a fin, le había generado una angustia, que no es lo que él busca normalmente en la lectura.

Miguel estableció un paralelismo con las grandes novelas rusas de Tolstoy y Doctoyevski, pues del mismo modo que estas narran las miserias de su país, Las uvas de la ira cuenta la historia de los pobres de Estados Unidos, de los desheredados; pero es también la novela de una desintegración familiar, pues, como sugiere el título, las uvas se van perdiendo poco a poco. En su opinión, sí hay una crítica al capitalismo, porque Steinbeck está a favor de los que sufren las consecuencias de este sistema. Así, por ejemplo, califica de monstruos a los responsables de las expropiaciones: “Si un banco o una compañía financiera era el dueño de las tierras, el enviado decía: el Banco o la Compañía necesita, quiere, insiste, debe decidir, como si fuera un monstruo, con capacidad para pensar y sentir, que le hubiera atrapado”. 

José Ángel manifestó que, al tratarse de una novela de tesis, Steinbeck subordina la forma al contenido. La calificó de épica, porque narra en un tono laudatorio el éxodo, lleno de penalidades, de la familia Joad, representativa de muchas otras familias. Los personajes son quijotescos, porque imaginan algo que luego no se cumple, y algunos de ellos tienen un claro carácter simbólico, como Jim Casey, al que se podría identificar con Jesucristo, porque no sólo se sacrifica por los demás, sino que además les sirve de ejemplo.

A Mari Carmen le había gustado muchísimo, aunque recomienda no leerla antes de dormir. El capítulo 14, donde se habla de la esencia del hombre y de la necesaria unidad de los que sufren, lo había leído varias veces; “Levantar un muro, construir una casa, una presa y dejar en el muro, la casa y la presa algo de la esencia misma del hombre y tomar para esta esencia algo del muro, la casa, la presa (…) Dos hombres no están solos ni tan perplejos como puede estarlo uno. Y de este primer nosotros surge algo aún más peligroso: Tengo un poco de comida, pero yo no tengo ninguna. Si de este problema el resultado es nosotros tenemos algo de comida, entonces el proceso está en marcha, el movimiento sigue una dirección”. Lo único que no le había convencido es el final un tanto inverosímil, por su exceso de humanidad.

Miguel Ángel coincidió en que Las uvas de la ira es una gran novela y, como tal, compleja. Entre sus muchos valores, destacó la capacidad de Steinbeck para acercarnos a la psicología de los personajes; la viveza de los diálogos; y la carga simbólica, que culmina en el extraordinario final donde consolida lo que ha venido diciendo, a lo largo del libro, sobre la fuerza de la vida.

Inés reconoció que, aunque le faltaban por leer las últimas páginas, la novela le había encantado, particularmente el simbolismo de la tortuga que, a pesar de soportar el asedio de las hormigas y el atropello de un camión, consigue darse la vuelta y seguir en la dirección que se ha trazado, con el mismo tesón y capacidad de supervivencia que demuestra la familia Joad en su marcha hacia California. Ve una clara crítica del capitalismo, por ejemplo, cuando los granjeros ricos tiran la fruta para mantener los precios, en lugar de dársela a los emigrantes hambrientos. Y en este sentido le parece más un documento antropológico que una novela.

En el debate, comentamos el título, Las uvas de la ira, al que se hace referencia en diferentes pasajes: 

  • “La ira de un momento, mil imágenes, eso somos nosotros. Somos esta tierra roja; y somos los años de inundación, y los de polvo y los de sequía”. Este es el sentimiento que predomina entre los emigrantes, que van a recoger uvas, naranjas  y melocotones a California.
  • “Y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listas para la vendimia”. Se da a entender que la cólera surge como consecuencia del hambre, de la falta de trabajo, de los escasos salarios, etc.

El desarrollo de la historia no es cronológico, sino que se producen continuos saltos temporales. Por ejemplo, en el capítulo V hay una analepsis para explicarnos por qué la familia de Tom Joad ha abandonado la casa y las tierras. Además, se van alternando los capítulos relativos a esta familia con otros donde se habla en general de la emigración o donde se reflexiona acerca de los hechos narrados

Sobre el final de la novela, hubo opiniones diferentes, aunque predominó la de aquellos que lo consideramos como la culminación de la solidaridad que demuestran los oprimidos con sus semejantes. Además, el gesto de Rose of Sharon con el hombre hambriento, inducida por su Madre, se cuenta de forma muy sutil:  

“Luego levantó su cuerpo y se ciñó el edredón. Caminó despacio hacia el rincón y contempló el rostro gastado, y los ojos abiertos y asustados. Entonces, lentamente, se acostó a su lado. Él meneó la cabeza con lentitud a un lado y a otro. Rose of Sharon aflojó un lado de la manta y descubrió el pecho.

-Tienes que hacerlo- dijo. Se acercó más a él y atrajo la cabeza hacia sí- Toma -dijo-. Así -su mano le sujetó la cabeza por detrás. Sus dedos se movieron con delicadeza entre el pelo del hombre. Ella levantó la vista y miró a través del granero, y sus labios se juntaron y dibujaron una sonrisa misteriosa”. 

Entre los muchos temas que plantea la obra, reflexionamos sobre los siguientes:

  • El éxodo migratorio, en busca de una vida mejor, se produce por una mezcla de tres razones: las consecuencias del Gran Depresión, las tormentas de polvo que destruyen las tierras de cultivo, y la voracidad de los bancos que expropian a las familias: “Tal vez podamos volver a empezar en la nueva tierra rica, California, donde crece la fruta. Volveremos a empezar”. Leyendo estas palabras es inevitable pensar en el episodio bíblico de la Tierra Prometida.
  • La devastación laboral se refleja en los sueldos escasos que les pagan a los que cogen la fruta y, sobre todo, en cómo los propietarios de las fincas bajan estos sueldos, en cuanto hay más oferta de mano de obra, lo cual ellos mismos han provocado, repartiendo panfletos por todo el país. Además, si se ponen en huelga, contratan a nuevos trabajadores a los que empiezan pagando un sueldo más o menos digno, pero, luego, al cabo de poco tiempo, se lo bajan de nuevo.
  • La crítica al sistema capitalista, aunque no todos los asistentes coincidimos en ella, se reconoce en diferentes pasajes de la novela, como los que ya se han mencionado, donde se habla despectivamente de los bancos o se pone de manifiesto la insensibilidad de los grandes empresarios agrícolas, que se guían exclusivamente por su propio interés.
  • La mecanización aparece representada sobre todo por el tractor, que sustituye la mano de obra en el campo, llevando la muerte: “Cuando un caballo acaba su trabajo y se retira al granero, queda allí energía y vitalidad, aliento y calor, y los cascos se mueven entre la paja, las mandíbulas se cierran masticando el heno y los oídos y los ojos están vivos. En el granero flota la vida, la pasión y el aroma de la vida. Pero cuando el motor de un tractor se paga, se queda tan muerto como el mineral del que está hecho. El calor le abandona igual que el calor del vida abandona a un cadáver”.
  • La unión con la naturaleza y el arraigo en la tierra también están presentes: “Ustedes no compran tan solo trastos viejos sino vidas arruinadas… ¿Cómo podremos vivir sin nuestras vidas? ¿Cómo sabremos que somos nosotros sin nuestro pasado?”.
  • Y la importancia progresiva de la mujer, que comienza subordinada al hombre, pero poco a poco, va haciéndose con el control de la familia, como por ejemplo, el personaje de la Madre, que demuestra una gran entereza. Así, se refiere a ella el Padre, con resignación, cuando comprueba que su mujer está tomando decisiones, antes tomadas por él: “¡Curioso! Una mujer diciendo haremos esto, iremos allá. Y ni siquiera me importa”.

En cuanto a los personajes, tal y como dijo Miguel, son tres los que desempeñan un papel capital en la novela:

  • Tom Joad 

Estuvo en la cárcel cuatro años por homicidio y esta estancia le ha convertido en un hombre pragmático, virtud que beneficia a su familia: “Tienes que pensar en el día que estás, luego en el día siguiente, en el partido del sábado. Es lo que hay que hacer. Los que llevan allí mucho tiempo hacen eso”, le dice a su madre, cuando esta le manifiesta sus dudas sobre California. Además, Tom adquiere progresivamente conciencia social, siguiendo el ejemplo de Casy.

  • Jim Casy

Un predicador, que ha perdido la vocación y que ejerce como un auténtico líder entre los emigrantes por su solidaridad y sentido de la justicia: “Observa la mirada de sus ojos -dijo Madre-. Parece un iluminado. Tiene esa mirada que llaman éxtasis”. También, por su palabras en favor de la unidad de los oprimidos, para hacer frente a la explotación y la marginación que sufren.  

  • La madre

Tiene un “hablar tranquilo, lento y calmoso”, que la convierte en pieza clave para la familia. Es la que más defiende a esta, incluso recurriendo a la fuerza para que no se separe. Aporta la sensatez y se comporta con sabiduría: “un hombre se puede preocupar y preocupar hasta consumirse y al poco se echará y se dejará morir con el corazón seco. Pero si lo coges, le haces enfurecerse, entonces se pondrá bien”.

También hablamos de los símbolos. Aparte de los ya mencionados de la tortuga y el personaje de Jim Casy, aparecen los hombres acuclillados, postura que adoptan cuando deliberan: 

“Junto a la oficina los hombres seguían acuclillados y hablando y la aguda música les llegaba.

Padre dijo:

-Se aproxima un cambio. No sé qué es. Quizá no vivamos para verlo. Pero está viniendo. hay un sentimiento de inquietud. Uno no puede pensar de lo nervioso que está…”.

La posición, cercana a la tierra, a la que se sienten arraigados, puede reflejar y simbolizar, aunque en esta interpretación no hubo unanimidad, su situación en la sociedad, la de los que están abajo, pasando necesidades.

Asimismo, los campamentos del gobierno no sólo son unos lugares más humanos para vivir, frente a los otros campamentos, donde entraba la policía sin avisar para reprimir a los supuestos agitadores, sino que además representan un tipo de sociedad más justa, donde los conflictos los arregla la propia gente, trabajando  unida. 

Finalmente, comentamos el estilo, caracterizado por la desnudez y claridad en la prosa, la vivacidad de los diálogos y la brillantez de las descripciones, como esta de la casa de desguace, donde la situación de abandono y deterioro parece representar a los propios emigrantes avanzando penosamente por la carretera que les conduce a la “tierra prometida”:

“El camión se acercó al área de la estación de servicio; a la derecha de la carretera había un almacén de chatarra, un solar de un acre rodeado por una cerca alta de alambre espinoso, un cobertizo de hierro galvanizado delante, con neumáticos usados amontonados al lado de las puertas y con el precio puesto. Tras el cobertizo había una pequeña chabola construida a base de retales, trozos de madera y pedazos de lata. Las ventanas eran parabrisas empotrados en las paredes. En el solar cubierto de hierba yacían las ruinas, coches con el morro retorcido y metido hacia adentro, coches heridos yaciendo de lado y sin ruedas. Motores oxidándose en el suelo y apoyados en el cobertizo. Un enorme montón de chatarra, guardabarros y laterales de camiones, ruedas y ejes; por encima de todo ello un aire de decadencia, de moho y óxido; hierro retorcido, motores medio destripados, una masa de despojos”.

Próxima lectura: Bartleby, el escribiente de Herman Melville, una novela corta de la que hablaremos el 20 de noviembre, miércoles, a las 17:30, en la biblioteca del centro.