Sin esperanza

“Sin esperanza” es el sintagma que más se repitió en la sesión del Club de Lectura de ayer, que dedicamos a una selección de cuentos de Antón Chéjov, porque la corriente profunda, que hay detrás de la aparente simplicidad de cada uno de ellos, casi siempre nos conduce a este estado de ánimo. Así, lo dejó escrito el pensador político anarquista Kropotkin: “Nadie mejor que Chejov ha representado el fracaso de la naturaleza humana en la civilización actual, y más especialmente el fracaso del hombre culto ante lo concreto de la vida cotidiana”.

Hay algunos aspectos de la biografía del autor, al que presentó José Ángel, que nos ayudaron a entender este pesimismo existencial. Chéjov nació en 1860, en el seno de una familia sencilla y pobre, y era nieto de un siervo de la gleba. Realizó los estudios secundarios en su ciudad de nacimiento, Taganrov, y cursó medicina en la universidad de Moscú, a donde se había traslado la familia, por las deudas que había contraído su padre alcohólico y de carácter violento. Durante el tiempo que ejerció como médico, sus pacientes le contagiaron la tuberculosis, enfermedad que le obligaba a pasar largas temporadas en ciudades, como Yalta (Crimea) y Niza (Francia), de clima más cálido que los crueles inviernos rusos. Se casó muy mayor, a la edad de cuarenta años, con Olga, una de las actrices que participó en la representación de sus obras teatrales. Murió cuatro años después, en 1904, a causa de la tuberculosis.

Antepuso su interés por la literatura a la ciencia médica. El arte de escribir relatos probablemente se lo transmitió su madre, que entretenía a los hijos contándoles historias de los viajes que había hecho por toda Rusia. Chéjov comenzó escribiendo narraciones breves de carácter humorístico, que publicaba en periódicos, y de las que “Muerte de un funcionario público”, que comentamos ayer, es un buen ejemplo. Influido por el escritor Grigorovich escribió textos de mayor profundidad, donde la descripción de las miserias humanas se convirtió en su preocupación principal.

Entre sus obras dramáticas, destacan La gaviota, Tío Vania, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos, que se caracterizan más por la definición de los personajes que por la historia. Algo similar ocurre en su relatos cortos, que presentan una serie de elementos comunes: el estilo sencillo y sobrio; el predominio de la atmósfera y el estado de ánimo de los personajes sobre el argumento; la presentación sutil de estos y la profundización en sus sentimientos; la capacidad para sugerir y para generar la intriga; la desesperanza que impregna todos los cuentos; los finales abiertos, que exigen la colaboración permanente del lector; y la resistencia a moralizar, aunque se puedan extraer determinadas enseñanzas de cada uno de ellos.

En el turno de opiniones breves, Carmen expresó su satisfacción por que la lectura de los cuentos de Chéjov había supuesto para ella un reencuentro con la literatura con mayúsculas, fundamentalmente, por lo que sugieren, más que por lo que dicen. A Víctor le habían gustado en especial algunos de ellos, como “Enemigos”, sobre todo por el cambio que experimentan los protagonistas, Kirilov y Abogin, que acaban odiándose mutuamente. Paco, que coordina otros clubes de lectura y que nos obsequió con su presencia por primera vez en el nuestro, desveló que había leído los cuentos de Chéjov, cuando estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras, y que en esta relectura había disfrutado, especialmente, con “La dama del perrito”.

Enrique, en cambio, manifestó que los textos de este autor ruso los puede escribir cualquiera, por su simplicidad. Incluso nos propuso la escritura de un cuento a cada uno de nosotros para la siguiente sesión. Justo, a quien también damos la bienvenida al club de lectura, coincidió en esta idea de la simplicidad, aunque tras ella, reconocía un estudio profundo de la condición humana. Añadió que le había sorprendido la capacidad para describir los ambientes y los personajes, como, por ejemplo, el inicio de “La tristeza”: “La capital está envuelta en las penumbras vespertinas. La nieve cae lentamente en gruesos copos, gira alrededor de los faroles encendidos, extiende su capa fina y blanda sobre los tejados, sobre los lomos de los caballos, sobre los hombros humanos, sobre los sombreros. El cochero Yona está todo blanco, como un aparecido. Sentado en el pescante de su trineo, encorvado el cuerpo cuanto puede estarlo un cuerpo humano, permanece inmóvil. Diríase que ni un alud de nieve que le cayese encima lo sacaría de su quietud”.

Miguel confesó, de entrada, que el cuento no es un género literario que le guste, y que en concreto los escritos por Chéjov le parecen como un juego, que se puede hacer mejor o peor. Además, en su opinión, se repite mucho el mismo sentimiento de tristeza; y en cuanto a los personajes, no le había llegado ninguno, con la excepción de Agafia, quien demuestra su independencia y su carácter, yéndose a pasar la noche con Savka, aunque es una mujer casada. Inés expresó su admiración por el teatro de Antón Chejov, en particular, su obra, El jardín de los cerezos. Entre los cuentos, citó “El pabellón número 6”, que le había gustado por su profundización en el mundo de los enfermos.

Lola comentó que, cuando llevaba leídos la mitad de los cuentos, se dio cuenta de que algo le fallaba, empezando por aspectos lingüísticos, derivados probablemente de la traducción. También advirtió que se repetían determinados temas, muchos de ellos ya superados; que la estructura siempre era igual, normalmente sin desenlace; y que un sentimiento de desesperanza acababa saliendo a flote, al acabar la lectura de cada uno de los textos.

A José Ángel, finalmente, lo que más le atrae de estos relatos breves es que apenas cuentan nada, pero, detrás, hay un corriente subterránea, una profundidad que le conmueve.

Después de este turno de opiniones breves, hablamos de cada uno de ellos. Así, de “La tristeza” valoramos cómo se da a entender la situación anímica del protagonista, Yona, mediante detalles, como que la historia se desarrolle en invierno, bajo una intensa nevada, y que su caballo y él permanezcan quietos y callados, a la espera de un cliente; y también su final sorprendente. Coincidimos en que Chejov pone de manifiesto la indiferencia de la sociedad ante el dolor ajeno.

“El beso” a algunos nos recordó la leyenda de Bécquer “El rayo de Luna”, pues del mismo modo que Manrique, el protagonista de esta, ve agitarse, entre el follaje, en una noche cerrada, el traje blanco de una mujer misteriosa, que le impulsa a seguirla, preso de un amor repentino, sin lograr darle alcance, el protagonista del cuento de Chéjov, el capitán ayudante Riabóvich, durante una fiesta, en un cuarto oscuro, recibe el beso de una mujer desconocida, que le provoca una agitación interior y le incita a descubrir, en vano, su identidad. Al final, prefiere quedarse con esa imagen ideal de la autora del beso, quizá por temor a que la realidad le defraude. También llamó nuestra atención el comportamiento frívolo de la nobleza, invitando a los oficiales del ejército que llegan al pueblo a cenar y bailar, porque así lo exigen “los buenos modales”

De “La señora del perrito”, elogiamos su inicio, cómo Chéjov sugiere, con gran economía de recursos expresivos, la soledad de la protagonista, al presentarla con la única compañía de este animal: “Después la volvió a encontrar en los jardines públicos y en la plaza varias veces. Caminaba sola, llevando siempre la misma boina, y siempre con el mismo perrito”. Y también su final abierto, pues los amantes, a pesar de que ambos están casados, deciden evitar que su relación permanezca en secreto y vivir en distinta ciudad. Como escribe Chéjov, “aún les quedaba un camino largo que recorrer y, que la parte más complicada y difícil no había hecho más que empezar”.

Hubo coincidencia en que, por su extensión, “El pabellón número 6”, es más una novela corta que un cuento. Nos detuvimos en el punto de vista, pues se trata de un narrador que cuenta la historia en primera persona, dirigiéndose en ocasiones a los lectores; pero que en realidad actúa como un narrador omnisciente, que juzga a los personajes:

• “Si no temen ustedes que les piquen las ortigas, vengan conmigo por el estrecho sendero que conduce al pabellón, y veremos lo que sucede dentro de éste…”, dice invitándonos a que le acompañemos.

• “Me agrada esta persona cortés, servicial y delicada con todos…” opina, refiriéndose al protagonista Iván Dimítrich Grómov.

Por lo demás, se produce un contraste entre dos concepciones de la vida: el escepticismo y la indiferencia ante los problemas de Efímich, frente al compromiso social y la voluntad de afrontar estos por parte Grómov.

“Vanca” nos pareció el cuento que tiene un carácter social más marcado, por la situación de pobreza y necesidad, que padece el niño. De hecho, el resto de los personajes se dividen en dos bloques contrapuestos, pues, por una lado, están los que se portan mal con él: sus tutores, maestros y compañeros; y por el otro, los que le han tratado bien: su abuelo y Olga, la hija de los señores.

Constatamos los dos estilos diferentes que emplea Chéjov, según tenga la voz el narrador, contando la historia, o el niño escribiendo la carta: “Por la mañana me dan un mendrugo de pan; para comer, unas gachas de alforfón; para cenar, otro mendrugo de pan. Nunca me dan otra cosa, ni siquiera una taza de té. Duermo en el portal y paso mucho frío; además, tengo que arrullar al nene, que no me deja dormir con sus gritos… Abuelito: sé bueno, sácame de aquí, que no puedo soportar esta vida. Te saludo con mucho respeto y te prometo pedirle siempre a Dios por ti. Si no me sacas de aquí me moriré”.

No obstante, surgió la duda sobre si esta carta llegará a su destinatario, el abuelo de Vanka; y nuestra respuesta fue que no, porque las señas que escribe éste son claramente insuficientes, “En la aldea, a mi abuelo. Constantino Makarich”; y porque la frase con la que termina el cuento no indica buenos augurios: “El perro Serpiente se paseaba en torno de la estufa y meneaba el rabo…”.

Hubo coincidencia en la valoración positiva de “Enemigos”, sobre todo por la evolución de los dos personajes, que en principio se muestran con buenos sentimientos, el dolor por la muerte de su hijo de Kirilov y el amor hacia su mujer enferma de Abogin, pero acaban aborreciéndose como enemigos y provocando el rechazo del lector: el primero, porque el odio se antepone al dolor; y el segundo por su egoísmo. Demuestran así la incapacidad para comprenderse.

“El profesor de lengua” lo protagoniza un personaje, Nikitin, al que ha costado mucho conseguir el título universitario que le permite ejercer la docencia, pero que acaba casándose con una mujer, perteneciente a la nobleza, a quien todo le ha venido dado. Aparentemente son felices, pero poco a poco él va tomando conciencia de la abulia en la que vive y decide volver a su clase social: “¿Dónde estoy, Dios mío? Vivo rodeado de vulgaridad y de más vulgaridad. Unos seres aburridos, insignificantes, ollitas con crema de leche, jarritas con leche, cucarachas, mujeres estúpidas … No hay nada más horroroso, más insultante, más angustioso que la vulgaridad. ¡Huir de aquí, huir hoy mismo; si no, me volveré loco!”.

En este cuento, además, aparece un personaje, Varia, hermana de la mujer de Kikitin, que llamó nuestra atención por su inteligencia y lucidez, que le hacen cuestionar todo lo que afirman los hombres, a los que echa en cara sus contradicciones. Este comportamiento crítico, tan ajeno a la sociedad machista donde se desarrolla la historia, la lleva a permanecer soltera, a pesar de su belleza, porque los hombres no quieren acercarse a ella, pues prefieren a mujeres sumisas y obedientes.

En el titulado “Una apuesta”, de nuevo se plantea un conflicto, en este caso entre el mundo material, representado por el banquero, que está incluso dispuesto a matar, con tal de no pagar su apuesta de dos millones de rublos, y la espiritualidad, representada por el jurista, que le lleva a despreciar esta recompensa. Comentamos igualmente uno de los temas que aparecen en este cuento: la lectura, como experiencia vital: “Es verdad, yo no veía la tierra ni la gente, pero en los libros bebía vinos aromáticos, cantaba canciones, en los bosques cazaba ciervos y jabalíes, amaba mujeres… En sus libros… veía verdes bosques, prados, ríos, lagos, ciudades; oía el canto de las sirenas y el son de las flautas de los pastores; tocaba las alas de los bellos demonios que descendían para hablar conmigo acerca de Dios… En sus libros me arrojaba en insondables abismos, hacía milagros, incendiaba ciudades, profesaba nuevas religiones, conquistaba imperios enteros…”

Nos preguntamos por el sentido último del “El estudiante”, y llegamos a la conclusión de que el protagonista, Iván, al comprobar la reacción de las dos mujeres viudas, cuando él les cuenta episodio bíblico de la negación de Pedro a Jesucristo, toma conciencia de que hay leyes que se repiten, a lo largo de la historia, tanto en le mundo natural (las estaciones del año), como en el humano (los sentimientos de las personas).

Después de casi tres horas de debate, todo un récord en el club de lectura, aún nos quedaron dos cuentos en los que profundizar: “Agafia”, donde aparece una mujer independiente, que decide por sí misma, como mencionó Miguel, y “La muerte de un funcionario público”, que está escrito en clave humorística, y cuyo protagonista, Tcherviakof, un pobre alguacil, muere tanto física como socialmente, al no conseguir que le perdone el Consejero de Estado, al que había salpicado accidentalmente.

Próxima lectura: A sangre y fuego, un libro de cuentos, escrito por Manuel Chaves Nogales, del que hablaremos el 4 de abril, miércoles, a las 18 horas, en la biblioteca del IES Gran Capitán.

Selección de Cuentos
Antón Chéjov
CLUB DE LECTURA DEL IES GRAN CAPITÁN
GUIÓN
(Sesión del día 21 de febrero, miércoles, a las 17:30, en la biblioteca)

1. Presentación del autor en su época.
2. Opinión breve sobre los cuentos.
3. Elementos comunes: estilo, atmósfera, presentación sutil de los personajes, profundización en sus sentimientos, capacidad para sugerir y para generar la intriga, finales abiertos, resistencia a moralizar.

4. “El beso”

4.3. Intención: ¿se puede reconocer una intencionalidad por parte de Chéjov?

4.4. Intriga: ¿cómo se genera?

4.5. ¿Cómo interpretamos el final?

5. “La señora del perrito”

5.1. ¿Cómo sugiere el estado anímico de la señora?

5.2. ¿Qué función desempeña el perrito?

5.3. ¿Cómo mantiene la atención del lector?

5.4. ¿Es un final cerrado o abierto?

6. “El pabellón número 6”

6.1. ¿Por qué el título?

6.2. ¿Cómo nos da a entender, desde el principio, que la vida en el hospital es como en una cárcel?

6.3. Punto de vista narrativo: ¿a quién corresponde?

6.4. Personajes:

• Nikita
• Grómo
• Andrei Efímich

6.5. Intención: ¿qué tipo de forma de pensar se critica?

7. “El profesor de lengua”

7.1. Personajes:

• Maniusia
• Nikitin
• Varia
• Ippolit Ippolítych

7.2. Temas:

• La hipocresía.
• Las clases.
• El temor a permanecer soltera de Varia.
• El amor.
• La vulgaridad, en la que en realidad viven los personajes.
• La insatisfacción y el deseo de cambiar y volver a la época de estudiante.

7.3. ¿Qué puntos de vista se alternan?

8. “Una apuesta”

8.1. El título

8.2. Punto de vista

8.3. Personajes:

• El jurista
• El abogado

8.4. Temas:

• La pena de muerte.
• El desprecio de los valores mundanos.
• La literatura, una experiencia como la vida.
8.5. La intriga: ¿cómo se genera?

9. “Agafia”

9.1. Punto de vista

9.2. Temas:

• La atracción sexual

• El machismo

9.3. Personajes:

• Savka
• El narrador
• Agafia

9.4. Final: ¿abierto o cerrado?

10. “La tristeza”

10.1. El inicio: ¿cómo se da a entender la situación del protagonista?

10.2. El final: ¿intuimos de alguna forma lo que va a suceder?

11. “Vanca”

11.1. El inicio: ¿se vuelven a dar las claves sobre la situación anímica del protagonista, Vanca?

11.2. Personajes:

• Vanca
• Personajes que se comportan mal con él.
• Personajes que le trataron bien en el pasado.

11.3. Temas:

• La nostalgia de la vida en el campo
• La soledad
• La falta de cariño y el maltrato
• La hipocresía social

11.4. ¿Cómo se puede interpretar el final? ¿Llega la carta al abuelo?

11.5. Estilo: ¿qué diferentes estilos utiliza Chéjov en la carta y en el resto del cuento?

12. “Enemigos”

12.1. Temas:

• El dolor por la pérdida de un ser querido produce un sentimiento
menos duradero e intenso que el odio.

• La imposibilidad del perdón.

12.2. ¿Con qué posible intención se escribe el cuento?

12.3. ¿El final es abierto?

13. “El estudiante”

13.1. Temas:

• La pobreza y la opresión.
• La traición de Pedro y Judas a Jesucristo, ¿tiene su reflejo en el de la viuda Vasilisa y su hija?
• El pasado y el presente, ¿pueden estar unidos?

13.2. ¿Por qué se siente feliz el protagonista al final?

14. “La muerte de un funcionario público”

14.1. El humor: ¿dónde esta la base del humor en este cuento?, ¿qué tipo de humor se utiliza?
14.2. El final: ¿cómo lo interpretamos?, ¿se trata de una muerte física o social?

15. Próxima lectura.

Sátira menipea/melopea

Dentro de este género literario clasificamos ayer, en la sesión del club de lectura, a la novela El maestro y Margarita, pues Míjail Bulgákov, lleva a cabo una crítica moral y social; mezcla lo serio con lo cómico, lo realista con lo fantástico, y el drama con la comedia. Además, es una obra que parece caótica, aunque esto se debe a que su autor no cree en el orden y la racionalidad en el mundo. Su nombre, sátira menipea, está relacionado con Menipo, escritor satírico de la antigua Grecia, que vivió en el siglo I antes de Cristo.

Lo de “melopea” es porque a algunos de los asistentes, como José Ángel, les pareció, con sentido del humor, que El maestro y Margarita había sido escrita bajo los efectos de una intoxicación etílica, tal es la sensación de caos que transmite.

En la presentación de Bulgákov, Clara mencionó algunos datos biográficos: su nacimiento en Kiev en 1831; su trabajo como médico en Smolens; su colaboración con los contrarrevolucionarios blancos durante la guerra civil; su deserción de las tropas independentista ucranianas, cuando los bolcheviques liberaron Kiev; su dedicación plena a la literatura, a partir de 1920; su ingreso en la Unión de escritores soviéticos, aunque tuvo siempre reticencias contra el socialismo; sus problemas con la censura revolucionaria; su peculiar relación con Stalin, quien, por un lado admiraba algunas de sus obras, pero, por otro, no le permitió salir del país; y su fallecimiento en 1940.

Entre sus obras citó: Los días de Turbin, de la que era un entusiasta Stalin; La Comuna de París, bien acogida por la crítica y el público de Moscú; Los huevos fatales, una sátira contra la burocracia, donde gigantescos reptiles se apoderan del territorio soviético; y El maestro y Margarita, que fue publicada 31 años después de ser escrita.

En el turno de opiniones breves, Inés comentó el desconcierto que le había producido esta novela, hasta que encontró en Internet la lectura en alto de la misma y los comentarios de Yamil Cuéllar y de otra joven estudiosa, que le fueron de gran utilidad.

Carmen reconoció que no le había gustado, porque se perdía en el mundo caótico de Bulgákov y, además, no había conseguido encontrar su valor literario, desde el punto de vista formal. Una opinión similar la expresó José Ángel, a quien no le había enganchado la novela, a pesar de su humor carnavalesco.

A Clara le había costado, sobre todo, localizar la crítica al sistema comunista, aunque se había sentido atraída por personajes ambivalentes, como Voland.

Miguel confesó que la primera parte le había distraído con tantos personajes; pero que luego, considerando la época en que fue escrita, en plena dictadura comunista, donde la libertad estaba muy limitada, había empezado a entender la crítica de Bulgákov, en clave humorística, como Miguel de Cervantes en su novela Don Quijote de La Mancha. La segunda parte le parecía magnífica, en particular, el epílogo, donde se reconstruyen las piezas del puzle, estableciéndose la relación entre las tres historias, que se cuentan.

Víctor reconoció también que había empezado la lectura desorientado, hasta el extremo que la novela le pareció un cómic gamberro. Después, poco a poco, a medida que fue captando su sentido crítico, cambió su percepción de la misma, valorando especialmente el humor.

En el debate propiamente dicho, comentamos la influencia del Fausto de Goethe, pues, del mismo modo que el protagonista de esta novela vende su alma al diablo, lo cual le ayuda a conquistar a la joven Margarita, el maestro, en el libro de Bulgákov, llega también a un pacto con Voland, a cambio de estar siempre con su amada.

Nos detuvimos en el punto de vista, que parece corresponder a un narrador que observa y escucha lo que sucede, pero que, al mismo tiempo, lo juzga e incluso trata de influir sobre el lector:

“Pero basta ya, lector, te estás distrayendo. ¡Adelante!”

“¿Quién te ha dicho que no puede haber amor verdadero, fiel y eterno en el mundo, que no existe? ¡Que le corten la lengua repugnante a ese mentiroso! ¡Sígueme, lector, a mí, y te mostraré ese amor!”

No obstante, cuenta los hechos, una vez que han pasado, y cuando ya son conocidas sus consecuencias por el informe oficial que se ha llevado a cabo:

“Representantes de la instrucción y psiquiatras experimentados demostraron que los miembros de la banda de delincuentes eran, o al menos uno de ellos (…) hipnotizadores con una fuerza nunca vista, que podían hacerse ver en otro lugar del que estaban realmente, en situaciones ficticias y tergiversadas. (…)

Pues sí, pasaron varios años y los verídicos sucesos relatados en este libro se fueron olvidando, apagándose poco a poco en la memoria.”

En la novela se cuentan tres historias entrelazadas, como se ha dicho:

• La del diablo y su séquito, cuya aparición perturba la convivencia en Moscú, y que culmina con una velada de magia.

• La de amor, que da nombre a la novela, entre el maestro, al que se le ha rechazado su novela, y la joven Margarita, que es infeliz en su matrimonio.

• Y la historia de Poncio Pilatos, que refiere la novela del maestro.

Aparecen, entre otros, los siguientes temas:

• La sátira humorística del régimen soviético, que se concreta: en la burocracia obediente y sometida al poder establecido; en el pueblo avaricioso y poco comprometido con el socialismo, como se aprecia en la actuación de Voland, donde los espectadores se creen los números de magia y son embaucados por el dinero fácil; en la represión del gobierno comunista, que interna en hospitales siquiátricos a las personas que se atreven a decir la verdad, como Iván Nikoláievich; etc.

• La crítica al realismo socialista, pues coincidimos en que la intención de Bulgákov, al introducir una dosis tan alta de imaginación y fantasía, sobre todo, con la presencia de Voland y su séquito, es oponerse artísticamente al estilo oficial del régimen y su exigencia de reflejar al héroe soviético, que es el obrero.

• Los defectos del ser humano, como la avaricia y la vanidad, de la que se burlan Voland y sus ayudantes.

• La libertad, representada por Joshúa que se opone al poder establecido, enseña a los hombres a no ser esclavos, y acaba muriendo por estas convicciones.

• La existencia de Dios, que paradójicamente es defendida por el diablo Voland, frente a dos intelectuales del régimen comunista, Berlioz e Iván:

“Perdonarán mi insistencia, pero me parece entender que, además, no creen en Dios (…)

-No, no creemos en Dios –contestó Berlioz (…)- Pero es algo de lo que se puede hablar con entera libertad.

El extranjero se recostó en el banco y preguntó (…) -¿quiere usted decir que son ateos?

-Pues sí, somos ateos (…)”

• Y la autosuficiencia de la obra literaria, cuando el diablo le explica al maestro que, una vez publicada su novela, tiene vida propia y le acabará dando sorpresas, a pesar de que a éste ya no le interese.

En cuanto a los personajes, nos centramos especialmente en Voland, al que consideramos, en efecto, como un personaje ambivalente, pues, aunque es el diablo, hace el bien, al desenmascarar los vicios de la dictadura comunista: la ineptitud, la pereza, la irresponsabilidad, el egoísmo, la mezquindad. Además, representa justo lo contrario de esta: lo no planificado, el misterio, la imaginación.

Por otro lado, y para contribuir a su ambigüedad, los informes no se ponen de acuerdo en su aspecto su físico.

El maestro, al sufrir el boicoteo, lo asociamos con el propio autor Bulgákov, cuyas obras fueron también censuradas; y a Margarita, su enamorada, que rescató de las cenizas su novela, con la última mujer de éste, quien, veintiséis años después de su muerte, publicó El maestro y Margarita.

A Poncio Pilatos, finalmente, que guiado por su arribismo y su sumisión al César, se comporta con cobardía al condenar a muerte a Joshúa, lo relacionamos con Stalin, un personaje histórico que se mostró incapaz de hacer el bien.

Comentamos la presencia constante del sol y de la luna: el primero que produce la luz, simboliza la alegría y la vida, y se muestra en esos momentos, mientras que la segunda, cubierta de sombra, aparece en situaciones dramáticas, como la muerte de Berlioz:

“Cayó boca arriba, golpeándose ligeramente la nuca. Aún tuvo tiempo de ver –no supo si a izquierda o a la derecha- la áurea luna. Se volvió bruscamente, encogió las piernas y se encontró con el pañuelo rojo, la cara del horror, completamente blanca, de la conductora del tranvía que se le aproxima inexorablemente.”

Así, acabamos la sesión, con la conciencia de que El maestro y Margarita no es una obra cuya lectura enganche de inmediato, sino que hay que familiarizarse progresivamente con ese mundo de fantasía que refleja BulgákovBulgákov y considerar el contexto histórico donde se escribió, para apreciar todo su valor.

Próxima lectura, a propuesta de José Ángel: una selección de cuentos de Antón Chéjov, de los que hablaremos el miércoles, 21 de febrero, a las 17:30.