Estética de la recepción

La del pasado miércoles fue una de las sesiones del club de lectura donde la interpretación de algunos aspectos del libro que comentamos, El mercader de Venecia, fue variando a lo largo de la conversación, con lo cual se puso de relieve la importancia del receptor en la obra literaria. Los asistentes (cuatro profesores jubilados, un padre, dos profesoras en activo, cuatro alumnas y un alumno) sentimos como nunca que estábamos colaborando en el acto creativo, de tal forma que completamos las elipsis y los huecos que el autor, William Shakespeare, probablemente, de forma consciente, no había querido llenar. Tuvimos conciencia de que un texto no acaba en sí mismo, sino que solo se constituye como tal mediante el acto de la recepción.

La presentación del autor corrió a cargo de Elena, alumna de Literatura Universal de 1º de Bachillerato, que había propuesto la obra. En la misma, recordó algunos datos biográficos de Shakespeare: su nacimiento en 1564, en Stratford-upon-Avon; su pertenencia a una familia acaudalada, que cayó en desgracia, quizá por una posible afinidad con la fe católica de los padres; sus escasos estudios reglados, lo cual ha dado pie a teorías, según las cuales habría sido un hombre de paja, tras el que se encontraba alguien deseoso de permanecer en el anonimato; y su muerte temprana, a la edad de cincuenta y dos años, en abril de 1616.

Centrándose en El mercader de Venecia, Elena hizo referencia: a las posibles fuentes en las que se inspiró Shakespeare (la Primera Historia del cuarto día de Giovanni Fiorentino, autor del Siglo XIV, el Zelauto de Anthony Munday, contemporáneo y amigo del autor, y las Gestas Romanorum); al genero literario en el que se encuadra la obra: la comedia, aunque rompe con la teoría aristotélica de las tres unidades, por ejemplo, desarrollando, la acción en dos lugares diferentes (Venecia y Belmonte); y a los temas trascendentes que aparecen como: el enfrentamiento entre la apariencia y la realidad, la amistad, la avaricia, el deseo de venganza, el antisemitismo, el matrimonio por interés, etc.

En el turno inicial de opiniones, se produjo un curioso contraste entre los alumnos, por una parte, y el resto de los asistentes, por otra.

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Los primeros valoraron positivamente El mercader de Venecia, sobre todo por la capacidad e Shakespeare para generar y mantener la intriga: al principio, en torno a la tristeza de Antonio, cuya causa se desconoce; después, con el problema de Ascanio, que está arruinado y carece de dinero para aspirar al matrimonio con Porcia; a continuación, con la prueba de los tres cofres; etc.

Los segundos, en cambio, coincidimos en que la obra no está a la altura de las grandes tragedias del autor inglés, como Romeo y Julieta, Hamlet o Ricardo III, entre otras razones, por el maniqueísmo en la caracterización de los personajes (los cristianos aparecen como buenos y compasivos, mientras que los judíos son malos y rencorosos), que seguro gustó a los espectadores de aquella época, porque el antisemitismo formaba parte de la tradición occidental.

Como prueba de este odio a los judíos, leímos estas palabras que dice Shylock sobre Antonio en el juicio, para justificar su deseo de venganza:

“Me ha arruinado. Por él he perdido medio millón: él se ha reído de mis ganancias y de mis perdidas: ha afrentado mi raza y linaje, ha dado calor a mis enemigos y ha desalentado a mis amigos. Y todo ¿por qué? Por que soy judío. ¿Y el judío no tiene ojos, no tiene manos ni órganos ni alma, ni sentidos ni pasiones? ¿No se alimenta de los mismos manjares, no recibe las mismas heridas, no padece las mismas enfermedades y se cura con iguales medicinas, no tiene calor en verano y frío en invierno, lo mismo que el cristiano? (…) Si le ofenden, ¿no trata de vengarse? (…)”

Por eso, Shylock nos pareceió un personaje humano, que sufre por las humillaciones de que es objeto y por la fuga de su hija con un cristiano.

Sobre Antonio, su verdadero oponente en la obra, nos preguntamos, al principio de la sesión, por qué se encuentra siempre triste, cuando es un mercader rico, que lo tiene todo en la vida.

Quizá porque está enamorado, le dice Solanio, intentando averiguar el motivo. “Calla, calla.”, le responde Antonio, con lo cual nos genera la duda, que Shakespeare no resuelve, de forma explícita, a lo largo de la obra, aunque analizando el comportamiento de Bassanio, que aspira casarse con Porcia por su dinero (“voy a decirte mi plan para librarme de deudas… Si yo tuviera medios para rivalizar con cualquiera de ellos –se refiere a los demás pretendientes- , tengo el presentimiento de que había de salir victorioso”), y que tiene una profunda amistad con Antonio, llegamos a aventurar la hipótesis de un posible amor homosexual entre ambos.

Avalaría esta hipótesis el hecho de que el propio Williams Shakespeare tenga poemas de amor dirigidos a hombres, como el soneto XX:

“Pintado por Natura el rostro tienes
de mujer, dueño y dueña de mi amor;
y de mujer el corazón sensible
mas no mudable como el femenino;

tus ojos brillan más, son más leales
y doran los objetos que contemplas;
de hombre es tu hechura, y tu dominio roba
miradas de hombres y almas de mujeres.

Primero te creó mujer Natura
y, desvariando mientras te esculpía,
de ti me separó, decepcionándome,
agregándote lo que no me sirve.

Si es tu fin el placer de las mujeres,
mío sea tu amor, suyo tu goce.”

Los dos personajes femeninos, a pesar de la discriminación de la mujer que existía en la época (finales del siglo XVI), y que podemos apreciar en la obra, demuestran independencia y sentido de la libertad: Porcia orienta a Bassanio en su elección del cofre que le permitirá casarse con él y toma la decisión de disfrazarse del abogado Baltasar en el juicio para salvar, mediantes hábiles argumentos, a Antonio y condenar a Shylock; y la hija de éste, Jessica, huye de su casa para mantener su relación con Lorenzo, de quien está enamorada.

Sobre los temas que aparecen, además de los ya mencionados, hablamos de los siguientes:

• La usura confiere actualidad a El mercader Venecia, pues el préstamo con interés, con frecuencia abusivo, es una de las bases de nuestro sistema capitalista.

Recordamos, no obstante, que, a lo largo de la historia, la usura ha sido condenada, tanto por el mundo pagano (Platón la consideraba enemiga del orden social, para Aristóteles era antinatural, la república romana la tenía prohibida; etc.), como por las religiones, que la rechazaban, porque en su origen se preocupaban por los más desfavorecidos y entendían que iba en contra de la justicia social y la distribución de la riqueza.

• El amor se muestra como esclavitud, como posesión por parte del hombre (“Bassanio, tal como decís, vuestra soy”, le dice Porcia), aunque hay dudas de que este matrimonio fuera por amor y no por interés, tal y como comentábamos.

• El cumplimiento de la ley, que exige Shylock, cuando pide la libra de carne de Antonio, según el contrato que ambos habían firmado, nos pareció algo a lo que tiene derecho, aunque quizá no sea justo éticamente, porque supone hacer daño a una persona.

• La esclavitud aparece de forma indirecta, cuando Shylock, durante el juicio, alude a ella entre los cristianos:

“Tantos esclavos que pueden serviros como mulos, perros, o asnos en los oficios más viles y groseros. Vuestros son; vuestro dinero os ha costado. Si yo os dijera: dejadlos en libertad, casadlos con vuestras hijas, no les hagáis sudar bajo la carga, dadles camas tan nuevas como las vuestras y tan delicados manjares como los que vosotros coméis, ¿no me responderíais: son nuestros? Pues lo mismo respondo yo. Esa libra de carne que pido es mía, y buen dinero me ha costado.”

• Y el enfrentamiento entre la apariencia y la realidad, que es una de las claves de El mercader Venecia, porque Bassanio aparenta ante Porcia ser rico, aunque en realidad ha dilapidado su fortuna; el cofre que contiene el retrato de esta es de bronce, es decir, el que tiene menos valor; la propia Porcia finge en el juicio ser un abogado; y además nos queda la duda de una posible relación homosexual oculta entre Antonio y Bassanio.

En suma, fue una sesión muy fructífera la del pasado miércoles, en la que fuimos resolviendo dudas, desvelando posibles verdades y enriqueciéndonos todos, durante la animada conversación.

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Para la próxima sesión, que será el 22 de febrero, miércoles, a las 17:30, hubo dos propuestas, de las que elegiremos una los integrantes del club de lectura:

Utopía de Tomás Moro.
• E Intemperie de Jesús Carrasco.

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