¿Una novela fresca y original?

Esta pregunta quedó en el aire ayer en la sesión del Club de Lectura que dedicamos a Panza de burro de Andrea Abreu. Para algunos de los asistentes esta novela es transgresora y original, en especial, por la magnífica reproducción del habla donde vivió la autora, mientras que para otros el abuso del lenguaje escatológico, unido a las incorrecciones lingüísticas, actúan como una rémora en la lectura. 

La presentación de Andrea Abreu corrió a cargo de Lola, que había propuesto la novela. Nace en Icod de Los Vinos, en 1995, en la isla de Tenerife. Aficionada a la lectura y escritura desde pequeña, estudió periodismo en la Universidad de La Laguna. Ha sido becaria, camarera y dependienta de una famosa marca de lencería. Además, ha colaborado como periodista en diferentes medios, como Diez Minutos o el suplemento Tentaciones del diario El País. Es autora del poemario Mujer sin párpados (Versátiles Editorial, 2017) y del fanzine Primavera que sangra (2017). Participó en un taller de creación literaria impartido por Sabina Urraca, donde dio a conocer los primeros borradores de lo que sería después Panza de burro (2020). 


El turno de opiniones lo inició María Jesús a quien la novela le había gustado, porque Andrea Abreu logra introducirnos en ese espacio aislado y primitivo donde se desarrolla la historia de las dos niñas, que le ha recordado La amiga estupenda de Elena Ferrante. En conjunto le parece una novela auténtica y falta de escrúpulos, incluida la recreación del lenguaje oral.

Carmen, que la había leído con rapidez, destacó su frescura, que contrasta con otro tipo de literatura más seria, al que estamos acostumbrados. La recreación del habla coloquial y el componente de magia (todo lo relacionado con el mal de ojo y la superstición) le habían evocado el boom de la novela hispanoamericana y, en este sentido, ve Panza de burro como la heredera de aquel movimiento en el siglo XXI.

María comentó que, si se puede separar el fondo de la forma, le había gustado sobre todo cómo se cuenta la historia de Shit e Isora, a través de un lenguaje lleno de localismos, que no es nada fácil de imitar. No la considera como una novela extraordinaria, pero, mientras la leía, se dejó llevar por su ritmo poético y aún la tiene metida en la cabeza.

Miguel coincidió con María Jesús en que la novela le había traído a la memoria la saga de las Dos amigas de Elena Ferrante, compuesta por La amiga estupenda, Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida; aunque inferior a esta saga, especialmente por la presencia de lo escatológico, que le resulta cargante. Esto le ha dejado fuera emocionalmente de Panza de burro, pues le ha producido un profundo rechazo. No obstante, valora la capacidad de Andrea Abreu para crear imágenes sugerentes, porque en su opinión es más poeta que narradora. 

Para Víctor el lenguaje escatológico lo explica la edad de las dos niñas. Particularmente le ha gustado la forma de hablar de las abuelas, a base de localismos, vulgarismos, rasgos del dialecto canario, etc. La novela le ha descubierto un mundo diferente al del turismo de sol y playa, por el que son conocidas las Islas Canarias, y le ha recordado a sus propios veranos, cuando era pequeño, el paso lento del tiempo.

Enrique confesó que, al empezar a leerla y darse cuenta de que el lenguaje utilizado por Andrea Abreu era contrario a las normas del español, sobre todo por las continuas incorrecciones y vulgarismos, dejó de interesarle. No le parece una novela original, en la medida en que lo fue en su época, por ejemplo, El Jarama de Sánchez Ferlosio.

A Lola Panza de burro le ha encantado, porque es valiente, audaz y transgresora, y no sólo por la forma. La historia de Shit e Isora, que no tiene nada de poética, refleja, en su opinión, belleza dentro de un mundo primitivo e inculto. Le ha recordado a su propia vida en cuanto al sentimiento de amistad, el descubrimiento de la sexualidad, la admiración incondicional, etc. Probablemente -añadió- no le deje huella como otras novelas; pero ha disfrutado con su lectura, que le ha puesto en contacto con algo nuevo. En cuanto a la forma, le han sorprendido gratamente las comparaciones con elementos de la vida natural y cotidiana.

Finalmente, Benito reconoció que le había costado trabajo terminar la novela, porque no se ha visto reflejado en ella, quizá porque son dos chicas las protagonistas y no chicos. No obstante, en su opinión, hay que estar abierto a este tipo de literatura joven. La recreación del lenguaje oral, así como el ambiente onírico y mágico creado por la “panza de burro”, a la que alude el título, le han resultado atractivos. Además, la historia es real y considera de mucha valentía haberla escrito.

En el debate propiamente dicho, hablamos del punto de vista narrativo y cómo la voz narradora, que corresponde a Shit, nos permite ver el mundo a través de ella. Igualmente comentamos el acierto al mezclar el lenguaje oral utilizado por esta niña con los diálogos de los demás personajes: “Y en ese momento doña Carmen la agarró por la barbilla y le miró a los ojos, aquellos ojos verdes como uvas verdes. Escarbaba en sus ojos lagrimosos como quien saca agua de una galería. La vieja se quedó asustada: miniña, tú sabes si alguien te tiene envidia? Isora permaneció inmovil. Por qué doña Carmen? Qué pasó? Miniña tú tienes mal de ojo”.

Valoramos también positivamente la intriga que se genera desde el principio sobre el personaje de Isora, a quien le han echado el mal de ojo; tiene problemas de bulimia, que la llevan a vomitar continuamente, porque se siente gorda; a veces la tristeza se apodera de ella y pasa muchas horas sin decir palabra; etc. Estas señales, unidas a la panza de burro que sobrevuela permanentemente el espacio presionando a los personajes, anuncian el final trágico.

Las dos niñas viven en un pequeño pueblo al norte de una isla canaria que puede ser Tenerife, por las referencias continuas al “vulcán”; pero la acción se desarrolla en un barrio de ese pueblo, que es un espacio muy pequeño, cerrado, casi claustrofóbico, que condiciona sus vidas, como el tiempo de verano.

Sobre los personajes, nos detuvimos especialmente en las dos protagonistas:

Shit admira a Isora casi hasta la adoración: ““Me gustaba el color de su pelo y el de sus brazos. Me gustaba su letra (…). Me gustaban sus ojos y tantas otras cosas. La envidiaba por cómo hablaba a la gente grande (…) La envidiaba por sus tetitas redondas y blanditas como una gomita con azuquita blanca, aunque a ella no le gustaban. Y porque tuviese la regla y porque tuviera pelos en el pepe”. 

Isora es más madura y atrevida que Shit, pues disfruta con todas las cosas: “Ella pensaba que la vida solo era una vez y que había que probar un fisquito siempre que se pudiese. Y un fisquito de anís, miniña? Un fisquito namás. Un fisquito namás. Un fisquito namás, decía”. No tenía madre; por eso, vive con su abuela, a la que odia y llama “bitch”, perra o puta en inglés. Entendía todo rápido y le gustaba hablar con las viejas, como doña Carmen, que la apreciaba.

Ambas niñas mantienen una relación que va más allá de la amistad; una relación natural y espontánea, que no se puede encasillar, pero que está cerca de la atracción erótica. Por ejemplo, Shit, mientras se bañan en el canal, imagina que están las dos en la playa y que le echa crema por todo el cuerpo: “yo le echaba crema a Isora en los muslos, le acariciaba la superficie de los muslos, y ella se estiraba como un gato (…) le echaba cremita por el cuello, cremita entre los dedos de los pies, cremita en los pezones, y detrás de las orejas…”.

En cuanto a los temas que aparecen en la novela, aparte de la amistad a la que ya nos hemos referido, se comentaron los siguientes:

La relación abuelas-nietas, pues en la novela son las primeras las que crían a las segundas. Pertenecen a generaciones diferentes y por eso emplean un lenguaje también distinto: el de las nietas, con canciones en inglés y mensajes de texto; y el de las abuelas, con rasgos lingüísticos propios de la tradición canaria.

El descubrimiento de la sexualidad, pues Shit e Isora se besan, probablemente para ver qué se siente, se acarician y se masturban: “Desde chiquitas nos gustaba estregarnos. En verano, como había poquitas cosas que hacer, nos estregábamos todavía más, más veces, más a menudo. Usábamos las trabas de la ropa pa frotarnos por encima del chándal recortado por los muslos que llevábamos puesto (…) Las cabezas de las barbis, los pelos de las barbis nos lo estregábamos y ya después todo olía a pepe…”.

Las superstición, cercana a la brujería, ya que  en el barrio donde viven, como se ha dicho, se cree en el mal de ojo. Así, a los bebés recién nacidos le hacen la señal de la cruz y le dicen: “Dios te guarde y te bendiga de los pies a la barriga”; y a los niños chicos, que están rojos, calvos, feos, sin dientes y con la cabeza llena de costras, les ponen un lazo rojo en el carro porque las madres tienen miedo al mal de ojo.

El mundo del trabajo frente al del turismo: el primero está representado por los padres de Shit, él obrero de la construcción y ella limpiadora; mientras que el segundo lo encarnan los guiris, que según su madre eran unos cochinos, pues dejaban la mierda fuera de la taza y se cagaban dentro de la papelera. Esta contraposición la reconocemos igualmente en el tipo de casa donde viven unos y otros: los pobres en casas “a medio empezar, a medio terminar, pero ninguna completa (…) construidas por sus propios habitantes, casi todas ilegales“; y los turistas en hoteles de lujo y casas rurales con piscina y todo tipo tipo de comodidades.

Y la homofobia, que se refleja, por ejemplo, cuando el abuelo de Juanito le dio una paliza al descubrirle jugando a las muñecas con Isora y Shit: “El abuelo lo agarró por la oreja y se la retorció como un paño de cocina mojado, lo sacó pa la carretera y lo metió padentro la casa…”.

Finalmente, comentamos la especial habilidad de Andrea Abreu en las comparaciones, inspiradas muchas de ellas en elementos de la naturaleza:

“la mujer movía la boca y se estregaba los dedos arrugados como troncos de viña seca, retorcidos, cuarteados de los años de lejía y tierra.”

“Pasaban los chicos con las motos que hacían un ruido como de millones de moscas juntas”

“Escarbaba en sus ojos lacrimosos como quien saca agua de una galería”

“Tenía a Isora como metida en una pantallita de tele delante de los ojos a todas horas”

Próxima lectura, a propuesta de Carmen: Nada de Carmen Laforet, autora de la que se celebra este 2021 el primer centenario de su nacimiento. Hablaremos de esta novela el próximo 2 de diciembre, jueves, a las 17 horas, en el Albergue Juvenil.

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